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La canadiense, Celine Dion, representa a una de las cantantes más conocidas en el mundo. No importa si te guste su género o no, sabes quién es y también lo que representa dentro de la industria.

De acuerdo con los cálculos de la revista Forbes, la quebequense sumó en 2016 un valor de 380 millones de dólares.

Parte de su fortuna se debe a los más de mil espectáculos que ha presentado en Las Vegas, desde 2003. Además, a este trabajo regular se suman las ganancias generadas durante giras mundiales y ventas de más de 220 millones de álbumes.

¿Te queda alguna duda de su éxito con estos números?

Sin embargo, la vida no está hecha de dólares. Aunque definitivamente tener algunos millones en el banco facilitan las cosas, la realidad es que hay mucho más por lo cual luchar día a día. Y Dion conoce bien esta lucha.

Tras crecer en un pequeño espacio, rodeada de sus padres y sus 13 hermanos, Dion sabe lo que significa apreciar una vida acomodada. En su pueblo natal, en Charlemagne, Quebec, la cantante creció apenas con lo suficiente para sobrevivir.

Fue gracias al sacrificio de su padre, quien estuvo dispuesto a hipotecar la casa con tal de dar al talento de su hija una oportunidad, que tanto ella como su familia salieron adelante.

Tras enviar un demo al productor y representante René Angélil, su vida comenzó a ir hacia arriba. El experto en el sector vio que se encontraba frente a un talento único. Tan solo dos años después de firmar contrato la había convertido en una estrella.

Pero la relación entre este par tenía mucho más que la de un manager y su cliente. Aún con una diferencia de edades de 26 años, la pareja se enamoró perdidamente y sostuvo una relación desde 1988.

Contrario a lo que sus allegados especulaban, la relación fue fuerte y estable, hasta que un cáncer devastador los separó. Tras una larga lucha contra cáncer de garganta, en enero de 2016 Angélil murió en su habitación.

Dion quedó devastada. Sabía que llegaría el día. Pero no estaba preparada para dejar ir a su marido sin despedirse. Sin embargo, la noche del fallecimiento la cantante no entró en la habitación del enfermo antes de acostarse.

De acuerdo a declaraciones que dio más adelante, la culpa de no haberse despedido apropiadamente la sigue afectando.

Pero, el show continúa. Y así como su voz le ayudó para sacarla de la pobreza, fue también su herramienta para guiarla a través del dolor.

Asimismo tuvo que superar la muerte de su hermano, quien también murió en manos del cáncer el mismo año que su esposo. Sin embargo, la canadiense no está dispuesta a dejarse caer.

Hoy cumple 49 años y, sin fallar, presenta su espectáculo más de 10 veces cada mes en Las Vegas, para dejarse enriquecer del cariño de sus fans y del sonido inspirador de su propia voz.

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