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En medio de la euforia que ha causado la nueva versión live action que Disney lanzó de La Sirenita y de las críticas positivas que está recibiendo por parte de los expertos en cine tras sus proyecciones especiales, han resurgido los orígenes de esta historia, los cuales son bastante oscuros y tristes.
El clásico de princesas infantiles tiene sus orígenes de una horrible y lamentable historia que Disney cambió en la década de los ochenta para adaptarse al gusto y preferencias de las familias y de sus usuarios más pequeños.
Y es que la historia original, escrita como cuento de hadas por Hans Christian Andersen en 1976, tiene bastantes escenarios tristes y oscuros que pudieron asustar, e incluso traumar, a la audiencia menor de edad a la que Disney se estaba dirigiendo.
Los orígenes tristes y traumantes de La Sirenita
Al igual que las adaptaciones de Disney, el cuento expone el trato de Ariel con la bruja del mar, Úrsula, para renunciar a su voz a cambio de piernas, sólo que la bruja le tiende una trampa: a cada paso que Ariel dé, sentirá que camina sobre afilados cuchillos, lo que hará su tiempo en la tierra sumamente insoportable.
Pero eso no es todo. Como parte del trato, Ariel puede regresar a su vida en el mar si mata al príncipe Eric y derrama su sangre. Sin embargo, Sirenita elige seguir viviendo como humana.
Antes de seguir sufriendo y matar a Eric, se arroja de un barco y se quita la vida y se disuelve en la espuma del mar.
La tragedia tampoco queda allí. Y es que hacia el final de la historia, Ariel no tiene un final feliz, ni está cerca de tenerlo porque después de suicidarse cae en una especie de purgatorio de donde sólo puede salir y obtener un alma si pasa 300 años como un espíritu ayudando a los humanos.
¿Eso fue suficiente decepción y tristeza en la vida de Ariel? No, No lo fue. Mientras estuvo junto a Eric, esos preciados momentos en realidad fueron denigrantes para ella, ya que Eric la trataba como un animal y se refería a ella como “una niña tonta”, “expósito tonta”, y como alguien a quien podría amar “sólo como una niña pequeña”.
Como se sabe, en todas las versiones, Ariel salva a Eric de un naufragio y de una muerte inminente; sin embargo, en el cuento, el príncipe cree que otra mujer fue quien lo salvó y como una especie de agradecimiento, él se enamora y se casa con esa otra mujer, ignorando por completo a Ariel... ¡Hombres!
Otro detalle que difiere entre el cuento y la película, son las identidades de los personajes y la forma de vida de una sirena dentro del mar.
Si bien nos referimos a la Sirenita como Ariel, al príncipe como Eric y a la Bruja del Mar como Úrsula, en el cuento ningún personaje tiene un nombre; Disney los bautizó.
La especie de Ariel no son peces y sirenas amantes de la música y de la buena vida, por el contrario, son sirenas que atraen a marineros para matarlos de la forma más terrorífica posible.
En el cuento, Ariel y sus hermanas sirenas viven 300 años, después de eso mueren y se convierten en espuma de mar; jamás tienen un alma; se les permite visitar el mundo superior una vez cada año a partir de que cumplen 15 años, y para poder llegar a la superficie, deben obtener el apoyo de ocho ostras que se adhieren a sus colas, un hecho que el cuento describe como algo extremadamente doloroso.
¿Por qué Disney no adaptó esta versión al 100%?
El trágico final del cuento de Hans Christian Andersen no era rentable para Disney, teniendo en cuenta que su concepto siempre ha sido magia, alegría y finales felices con los que la audiencia infantil pudiera aspirar.
Cuando la empresa adaptó su versión animada en 1989, la historia fue modificada quitando los cuchillos bajo los pies de Ariel y el detalle de su suicidio, así como la opción de matar a Eric y derramar su sangre y su eternidad dentro del purgatorio.
El hecho de que Disney no adaptara la versión original al cien por ciento hizo que su propia industria cinematográfica tuviera un boom inigualable hacia la década de los 90 con su propia versión, hasta el punto de ser considerada el inicio de una nueva era en las películas animadas que ha durado hasta la actualidad y que ha convertido adaptaciones animadas en clásicos imperdibles que perdurarán para siempre.