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Aunque el actor irlandés Pierce Brosnan se ha mantenido muy activo en el mundo del cine, por muchos roles que interprete para muchos de nosotros seguirá siendo el galán James Bond.
Fue hace 22 años que interpretó por primera vez al agente 007, cuando estrenó el largometraje 007: Golden Eye. Como es propio de los galanes británicos que han pasado por el papel del agente secreto, Brosnan mantuvo el cargo de galán durante casi 10 años.
Sin duda fue una elección atinada. Alto, de ojos claros y figura trabajada, representaba el ideal perfecto para lo que James Bond representa. Solo bastaba lanzar una mirada a esa sonrisa perfecta para sentir la atracción hacia Brosnan.
Tras dejar atrás sus días de agente, el irlandés ha aprovechado su profesión de actor para aventurarse a través de diferentes géneros. Desde el suspenso en la cinta El Intruso, de 2016, hasta el musical en Mamma Mia, en 2008 (cuya secuela se anunció ya para 2018).
Desde el inicio de su carrera, en la década de los 80, el actor se ha mantenido muy ocupado, con varios lanzamientos cada año, muchos de ellos olvidables y algunos pocos memorables.
Tanto trabajo y esfuerzo por mantenerse a flote podría estar ligado con una vida un tanto complicada. Brosnan creció sin saber quién era su padre, y después su madre partió para trabajar en Londres. Prácticamente fue criado como huérfano, por sus tíos y familiares, y después en un internado.
De hecho, no conoció a su padre hasta 1984, mientras rodaba una película. Fue la única vez que lo vio. Es por este mismo hecho que el irlandés asegura haber crecido sin una influencia paterna, y que su forma de ser papá la eligió él solo.
A esto se suma la trágica muerte de su primer esposa, Cassandra Harris, y más adelante de su hija, ambas como víctimas de cáncer de ovarios. Claramente este hombre ha pasado por algo.
En entrevista con la revista masculina Esquire, confesó que el dolor por ambas pérdidas aún está presente cada día. En ocasiones le resulta imposible ignorarla. Pero la vida continúa, y Brosnan decidió hacerlo al lado de su esposa por los últimos quince años, Keely Shaye.
Con este contexto, no culpamos a la que en algún momento fue una atractiva y glamorosa pareja por haberse entregado a la edad, junto con sus ajustes físicos. Para nosotros, no importa que Brosnan porte ahora una pancita propia de sus 64 años, él siempre será un Bond.