El cielo, como si el rumor y las noticias viajaran entre las nubes, pareció entender la preocupación y el miedo británico a perder a su reino. Tronó y descargó agua con rabia y melancolía, al tiempo que miles de personas se acercaban a las verjas del Palacio de Buckingham mientras se conocía el fallecimiento de Isabel II.
“Es mi reina, la única que he tenido”, manifestó uno de los curiosos que paseaba por los alrededores del palacio real, donde la monarca apareció durante el Jubileo para éxtasis de su país.
Pero esta vez no hubo despedida. La reina estaba en Balmoral y parte de su corazón, el que está compuesto por su gente, quedará para siempre en Buckingham, lugar de un homenaje multitudinario este jueves.
Miles de personas desfilaron hacia la plaza, acompañadas de sus parejas, sus padres, sus hijos, y con la sensación de estar viviendo algo histórico y único: el adiós a la reina más querida de Inglaterra.
“Llevo 20 años viviendo aquí, y quieren muchísimo a su reina. En España creo que no lo podemos entender, lo vemos diferente. Aquí hasta los republicanos la respetan”, dijo Manuel.
Pese a la lluvia y el mal tiempo en la capital británica, los adeptos de la reina no faltaron. Desde Canadá, México, Estados Unidos y muchos otros lugares del mundo.
“Ha estado reinando por tanto tiempo….”, dijeron Alex y Kody, dos turistas canadienses.
“Creo que es un fenómeno mundial, no es solo aquí en Reino Unido. Y con la Commonwealth tiene presencia en muchos países aunque no sea necesariamente la líder. En Canadá habrá algo similar a esto, memoriales, homenajes…”, añadió la pareja.
Con el paso de los minutos y la salida del sol, cada vez más personas se acercaron a unas verjas que no presenciaron este jueves el tradicional cambio de guardia. Un signo más de la escasa normalidad del día.
“No me digas eso”, exclamó una turista chilena al preguntar por qué el revuelo de gente y de cámaras. “Pobrecilla”, aseveró con gesto serio al enterarse del estado de la reina.
Mientras se esperaban novedades desde Balmoral, cientos de medios de comunicación se agolpaban en un lugar privilegiado de la capital londinense con el Palacio de fondo.
Cientos de periodistas de todo el mundo preparados ante una de las noticias del siglo y que cuando estalló, supuso un trajín de idas y venidas, mientras la bandera británica ondeaba a media asta.
También aumentó la preocupación durante el día y, con la salida de los rayos de sol a última hora de la tarde, los primeros ramos de flores fueron colocados en los barrotes de Buckingham Palace.
“Es nuestra reina, no habrá otra igual”, explica uno de los británicos apostados en la entrada del palacio a la espera de un rayo de esperanza que no llegó. A las 19.30 se confirmó la noticia y aumentó el flujo de gente hacia Buckinham.
Cargados con flores, con regalos y con una tristeza interna enorme, los británicos iniciaron un adiós a su reina que se extenderá durante los próximos diez días.
Pese a la lluvia, para siempre quedará la imagen del arcoíris en Windsor, apenas unos instantes después de confirmarse su fallecimiento.