El director sobre la tarima no tiene batuta, ni frac, ni tampoco partitura, pero el androide Alter 3 está desatando una tormenta de notas mientras guía a los músicos de una orquesta sinfónica.
El robot tiene rostro humanoide, manos y antebrazos, que gesticulan con algo parecido a la pasión mientras rebota y gira durante la presentación en vivo de la ópera "Scary Beauty" de Keiichiro Shibuya en el emirato de Sarja.
Para Shibuya, un compositor japonés, el papel de los robots en nuestra vida cotidiana puede estar aumentando, pero depende de nosotros decidir cómo puede la inteligencia artificial (IA) añadir algo a la experiencia humana, y cómo pueden crear arte de manera conjunta los humanos y los androides.
"Este trabajo es una metáfora de las relaciones entre los humanos y la tecnología. A veces el androide se vuelve loco, y las orquestas humanas tienen que seguirlo. Pero a veces los humanos pueden cooperar muy cómodamente", dijo.
Shibuya escribió la música, pero el androide controla el tempo y el volumen del espectáculo en vivo, e incluso canta por momentos.
"La premisa es que el mismo androide se mueve según su propia voluntad", dijo su técnico Kotobuki Hikaru.
"Los robots y la IA que existen ahora no son en absoluto completos. Mi principal interés (...) es lo que sucede cuando esta tecnología incompleta se une al arte", dijo Shibuya.
De las personas que lo presenciaron, la actuación obtuvo respuestas dispares.
"Creo que es una idea muy emocionante (...) vinimos a ver cómo luce y hasta qué punto es... posible", dijo Anna Kovacevic.
Un segundo miembro del público, que se identificó solo como Billum, dijo después del espectáculo: "Un director humano es mucho mejor".
Aunque está interesado en la IA y anticipa grandes avances, Billum sacó esta conclusión sobre el proyecto: "El toque humano se ha perdido".