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Kamala Harris enfrenta quizás el mayor reto de su vicepresidencia el viernes, durante una visita a la frontera de Estados Unidos con México como parte de su papel de líder en la respuesta del gobierno de Joe Biden a un marcado incremento de la inmigración.
“Estoy contenta de estar aquí. Venir siempre fue el plan y creo que vamos a tener un día muy productivo”, dijo tras llegar a El Paso, Texas.
Harris recorrerá un centro de procesamiento de inmigrantes, conversará con activistas de organizaciones religiosas, así como proveedores de albergues y servicios legales. Seguramente hará declaraciones.
La vicepresidenta ha sido criticada desde hace meses por miembros de ambos partidos por no haber hecho este viaje antes y por sus explicaciones poco claras del por qué.
Los republicanos han aprovechado la ausencia de Harris y del presidente Joe Biden en la zona de la frontera sur para acusar al gobierno de mostrar una actitud laxa sobre la seguridad fronteriza, buscando revivir un arma política potente contra los demócratas de cara a las elecciones de 2022. En vista de que el expresidente Donald Trump visitará la zona al menos una semana después de Harris, los republicanos seguirán atentamente la visita de la vicepresidenta en busca de razones para lanzarle más ataques.
Aunque funcionarios del gobierno han realizado múltiples visitas a la frontera con México, la ausencia de Biden y Harris ha dejado a muchos demócratas temiendo que el daño ya está hecho.
“El gobierno está haciendo a los demócratas parecer débiles”, dijo el representante demócrata por Texas Henry Cuellar en una entrevista con The Associated Press. “He escuchado, de demócratas y republicanos en mi área: ‘¡qué demonios pasa con esta administración!’”.
El distrito de Cuellar abarca desde el sur de San Antonio hasta la frontera con México y el año pasado él ganó la reelección por el margen más estrecho de su carrera de casi dos décadas. Aunque dice que no le preocupa su propia contienda de reelección, añade: “Me preocupan mis colegas”.
Los comentarios de Cuellar reflejan una preocupación más amplia de algunos demócratas y activistas de inmigración de que el gobierno de Biden le ha cedido la ventaja a los republicanos el debate sobre seguridad fronteriza.
Los primeros meses de Biden en la presidencia han registrado números récords de migrantes tratando de cruzar la frontera. La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) registró más de 180.000 encuentros en la frontera con México en mayo, el mayor total desde marzo de 2020. Esos números fueron impulsados por una prohibición temporal en las solicitudes de asilo motivada por la pandemia, lo que alentó repetidos intentos de cruces porque ser capturado no tenía consecuencias legales.
Los republicanos han aprovechado esas cifras para atacar a Biden y Harris como débiles en la frontera, un mensaje que el partido usó con éxito en la campaña de 2020.
Funcionarios del gobierno, incluso Harris, han tratado de combatir esa percepción, con Harris enviando reiteradamente a los migrantes el mensaje de “no vengan” durante una visita reciente a Guatemala.
Esos comentarios fueron criticados incluso por algunos progresistas, especialmente la representante demócrata por Nueva York Alexandria Ocasio Cortez, que calificó el mensaje de “decepcionante”.
Fue un incidente que subrayó la difícil situación política en la que se encuentra Harris, lidiando con un problema inextricable que ha atormentado a gobiernos previos y que ha sido usado por ambos partidos para impulsar presiones y participación durante las campañas. Si Biden opta por no presentarse a un segundo mandato, Harris sería la candidata principal para remplazarlo y el asunto de la inmigración pudiera volverse una oportunidad para que ella muestre sus logros o que de lo contrario se vuelva un lastre.
De hecho, los republicanos fustigaron preventivamente a Harris sobre su visita fronteriza, con Trump atribuyéndose crédito por la decisión de la vicepresidenta de ir ahora.
Los asesores de Harris se han cuidado de enfatizar que el foco central de la vicepresidenta en cuanto a la inmigración es lidiar con las causas. Ella ha estado buscando soluciones económicas y humanitarias para mejorar las condiciones de los habitantes de México y países centroamericanos que van a Estados Unidos. Sus asesores presentan el viaje a la frontera como un esfuerzo para entender mejor cómo resolver el problema.
“Lo que sucede en la frontera es importante y está relacionado directamente con lo que sucede en Guatemala, El Salvador y Honduras”, dijo la vocera de Harris, Symone Sander. “Está conectado directamente con el trabajo de lidiar con las raíces de la migración”.
Harris es acompañada en el viaje por el secretario de Seguridad Nacional Alejandro Mayorkas, el senador demócrata Dick Durbin y la representante demócrata Veronica Escobar, que representa el distrito allí.
Harris no tenía planes de visitar la instalación de detención de migrantes en la base de Fort Bliss, que ha sido criticada por malas condiciones y acusaciones de abusos hacia algunos de los miles de albergados allí. Cuellar dijo que la decisión de visitar El Paso es “políticamente segura” porque, dijo, la mayoría de la actividad en la frontera ocurre más al sur.
Domingo Garcia, presidente de la Liga de Ciudadanos Latinoamericanos Unidos (LULAC), un grupo defensor de los derechos civiles, expresó preocupación de que la visita de Harris sea tardía e insuficiente.
“Casi parece que están siendo forzados a hacerlo por las comunidades locales, además de los ataques de los republicanos desde la derecha”, dijo Garcia.
Sin embargo, dijo que aun así le alegra que la vicepresidenta haga la visita. Expresó optimismo de que el viaje pueda ayudar al gobierno de Biden a corregir el curso sobre el asunto de la inmigración y mostrar un contraste con la posición dura del gobierno de Trump.
“Ellos tienen que asumirlo y deben resolverlo, porque necesita una solución bipartidista”.