.- Tras cuatro años marcados por la polémica, el asalto al Capitolio protagonizado por sus seguidores le ha terminado por costar a Donald Trump el apoyo de buena parte de la comunidad empresarial y amenaza el futuro de sus negocios una vez que abandone la Casa Blanca.
La marca Trump, el principal activo del magnate neoyorquino, se ha convertido en tóxica tras el histórico episodio del pasado miércoles en Washington y muchas empresas se apresuran a distanciarse.
En una cascada con pocos precedentes, grandes compañías de todos los sectores han condenado los disturbios y al presidente saliente por instigarlos con denuncias de fraude electoral sin base.
Algunos influyentes grupos empresariales que han cooperado estrechamente con la Administración han llegado a pedir que se considere la destitución del mandatario antes de la toma de posesión de Joe Biden este mes.
Pero las empresas no se han quedado en palabras, muchas están tomando también medidas con un impacto directo en el mandatario y, sobre todo, en su futuro de vuelta al mundo de los negocios.
Deutsche Bank, el banco más utilizado en las últimas décadas por Trump, ha decidido que no hará más negocios con él una vez que este devuelva el préstamo de más de 300 millones de dólares que debe a la entidad y que debe abonar en los próximos años.
Signature Bank, otra entidad en la que Trump tiene cuentas personales con más de 5 millones de dólares y que le ayudó a financiar su campo de golf en Florida, también ha decidido romper relaciones con el presidente saliente.
“Creemos que lo apropiado sería la renuncia del presidente de Estados Unidos, lo que iría en el mejor interés de nuestra nación y de los estadounidenses”, señaló el banco en un comunicado.
Trump tiene una fortuna estimada en unos 2.500 millones de dólares, según la revista Forbes, pero tiene también importantes deudas, de al menos unos 1.000 millones de dólares, según sus declaraciones financieras.
El inmobiliario ha sido siempre su gran negocio, pero en los últimos meses se ha especulado con la posibilidad de que Trump trate de poner en marcha su propio canal de noticias y, más recientemente, el propio mandatario ha hablado de su interés por crear una red social tras sus desencuentros con Twitter y Facebook, que han suspendido sus cuentas después del asalto al Capitolio.
El veto de las grandes redes sociales amenaza además con quitar no solo poder político a Trump, sino también músculo económico para cuando regrese a sus negocios, que no pasan por el mejor momento.
Tras perder varios de los hoteles que llevaban su nombre y abandonarse los planes para poner en marcha dos líneas hoteleras más asequibles, los intereses turísticos de Trump han sufrido como todos los demás con la crisis del coronavirus.
Además, la compañía tiene problemas en los tribunales, con varios casos abiertos, incluida una investigación en Nueva York por posibles delitos de fraude en la que ya se ha visto obligado a testificar uno de los hijos de Trump.
A todo ello se suman las consecuencias del asalto al Capitolio, que ya le han costado a la Organización Trump los contratos que tenía con el Ayuntamiento de Nueva York para operar un tiovivo, dos pistas de patinaje sobre hielo y un campo de golf.
Por su parte, tras los disturbios la Asociación Profesional de Golf (PGA) anunció que no disputará su campeonato de 2022 en el Trump National Golf Club Bedminster en Nueva Jersey, porque hacerlo sería "perjudicial" para su marca.
La espiral de los últimos momentos de la Presidencia del republicano también ha empezado a golpear a algunos miembros de su partido, especialmente a aquellos que han optado por respaldar oficialmente sus infundadas denuncias de fraude electoral en los comicios que perdió el pasado noviembre.
En los últimos días, una larga lista de empresas han anunciado que van a suspender sus donaciones a los legisladores que votaron en contra de certificar la victoria de Biden, es decir, a aquellos que han permanecido más fieles a Trump en sus momentos finales en la Casa Blanca.
AT&T, Mastercard, American Express, Marriott, Dow, Morgan Stanley o Blue Cross Blue Shield son solo algunas de las grandes compañías que han optado por esta medida en respuesta a lo que ven como un ataque al sistema democrático.
Otras muchas empresas han preferido paralizar temporalmente todas sus contribuciones políticas en un momento tan tenso como el actual, algo que a priori perjudicará más a los republicanos, tradicionalmente más ayudados por el sector empresarial.
Porque lo cierto es que, durante los últimos cuatro años, una mayoría de empresarios se han mantenido del lado de Trump y de su partido, que les ofreció algunas de las medidas que más anhelaban, empezando por un histórico recorte de impuestos y la eliminación de numerosas regulaciones.
Sin embargo, poco a poco un creciente número de voces del mundo empresarial ha optado por alejarse del mandatario. Algunos empezaron hace ya un tiempo por su negativa a condenar el supremacismo blanco o por su retórica antiinmigrante, pero el asalto del Capitolio (y la cercanía del cambio de Administración) es lo que parece haber dado el empujón definitivo.
El sentir de Wall Street lo resumió la pasada semana la Business Roundtable, que reúne a los máximos directivos de decenas de grandes empresas y que no dudó en atribuir la violencia y el caos en la capital a “la ficción de una elección presidencial fraudulenta por parte de cargos electos”.
“Después de los hechos inadmisibles y trágicos que presenciamos, no podría estar más claro que es momento de que la nación y los legisladores se unan alrededor del presidente electo Biden y de la vicepresidenta electa (Kamala) Harris”, señaló el grupo