Ocho semanas antes de las elecciones en Estados Unidos Unidos, el presidente Donald Trump se precipita en un abismo de teorías conspirativas, hablando de saboteadores vestidos de negro, "sombras tenebrosas", y diciéndose víctima de un golpe de Estado o encuestas distorsionadas.
La última historia del republicano, candidato a un nuevo mandato en las elecciones presidenciales del 3 de noviembre, es que un avión cargado de agitadores se desplegó para interrumpir la convención de su partido en Washington la semana pasada.
"Alguien se subió a un avión desde cierta ciudad y el avión estaba casi completamente cargado de matones con esos uniformes oscuros, uniformes negros, con cosas y esto y aquello", le dijo a la cadena Fox News el lunes.
El martes, le contó a periodistas sobre un "avión entero lleno de saqueadores, anarquistas y alborotadores".
El presidente aseguró con malicia: "Veré si puedo conseguirles esa información".
No lo hizo.
Lee más. Trump advierte: Conteo en elección general puede tomar semanas o meses
Pero claras similitudes se hicieron evidentes entre la trama de Trump y una teoría conspirativa que circulaba en Facebook a principios de este verano (boreal) sobre provocadores izquierdistas aerotransportados, lo que llevó a los medios estadounidenses a preguntarle si esa era su supuesta fuente secreta.
En la misma entrevista para Fox, Trump dijo que el exvicepresidente Joe Biden, su rival demócrata en la carrera electoral y quien lidera muchas de las encuestas, es una marioneta controlada por "gente de la que nunca se ha oído hablar, gente que está en las sombras tenebrosas".
"Suena como una teoría conspirativa", dijo la entrevistadora de Fox, Laura Ingraham.
"Son personas de las que no has oído hablar", repitió Trump.
Los hombres de negro y las misteriosas fuerzas ocultas son sólo dos hilos de un gran tapiz que Trump usa para describir a su presidencia como asediada por un inidentificable "Estado profundo" que busca arruinar su primer mandato y arreglar la elección para asegurarse de que no consiga el segundo.
El presidente caricaturiza investigaciones oficiales sobre sus relaciones con Rusia -un país que ha sido señalado por los servicios de inteligencia de Estados Unidos en repetidas ocasiones de interferir en las elecciones de 2016 para aumentar las posibilidades de Trump- como un "engaño" y un "golpe".
Y casi a diario, el republicano clama que el potencial aumento de la votación por correo en noviembre debido a la pandemia del coronavirus es una táctica para "amañar" las elecciones en su contra.
La magnitud de las afirmaciones sin evidencia de Trump no están muy lejos de la teoría conspirativa de extrema derecha QAnon, que se hizo viral y ha estado latente desde principios de su presidencia.
QAnon plantea que un informante anónimo de alto nivel del gobierno, de nombre clave Q, está trabajando heroicamente para exponer una conspiración anti-Trump, que de alguna manera también estaría dirigiendo una red internacional satánico pedófila que trafica niños y controla al mundo.
Q tiene un número creciente de seguidores tanto en línea como en la vida real, incluso entre el público que sale a animar a Trump en mítines u otros eventos. Una creyente republicana de QAnon, Marjorie Taylor Greene, está encaminada a ser elegida a la Cámara de Representantes.
Trump, que felicitó efusivamente a Greene, no está haciendo nada para aplacar la fiebre Q.
"Está ganando popularidad", dijo Trump con aprobación el mes pasado. "Les agrado mucho".
Rich Hanley, profesor de la Facultad de Comunicaciones de la Universidad de Quinnipiac (Connecticut, noreste), dice que Trump refleja -y se beneficia de- una sociedad cada vez más perdida en el humo y los espejos de internet.
"Puede que sea un atípico entre los presidentes, pero no entre el creciente número de estadounidenses amantes de las teorías conspirativas", dijo Hanley.
Y con la posibilidad de que los resultados de las elecciones presidenciales salgan sólo días después del cierre de las urnas, debido al mayor uso del voto por correo, la paranoia y los rumores podrían alcanzar un máximo histórico.
"Será el Woodstock de las teorías conspirativas sin importar quién gane, porque este tipo de ficción está muy arraigada ahora en la realidad alternativa de millones de personas", dijo Hanley.