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Una milla (1,6 kilómetros), la que separa su vivienda del fuego, es la distancia que ha salvado la casa de Stacey Suárez de ser devorada por las llamas, a diferencia de otras miles que han desaparecido en la isla de Maui (Hawái, Estados Unidos).
"El fuego llegó hasta la señal de la milla 5 y nosotros vivimos en la 4", explica a EFE por teléfono.
Desde que el pasado 8 de agosto el bosque comenzara a arder junto a la ciudad de Makawao, en la paradisíaca Maui, Suárez ha convivido con el miedo a que las llamas alcanzaran su vivienda.
"Lo más aterrador fue hace dos noches porque pudimos ver las llamas cerca. Durante el día solo ves humo, pero en la noche puedes ver el fuego y realmente no sabes qué hacer", cuenta a EFE por teléfono.
Tras dos días de vulnerabilidad e impotencia, en los que tuvo que evacuar su casa durante unas horas, hoy respira más tranquila porque "parece que tienen el fuego bajo control" y que lo peor ya ha pasado en esta zona.
Sin ninguna ayuda estatal, han sido los propios ciudadanos los que lo han enfrentado a las llamas, asegura Suárez. "Éramos solo nosotros, los lugareños de aquí. Algunos tienen avionetas o helicópteros y ellos mismos arrojaron agua, pues no ha llegado ayuda hasta ayer", detalla.
El teléfono de emergencias 911, explica, no ha funcionado estos días.
"No sé si es porque no hay señal, porque no pueden llegar aquí arriba o si están muy ocupados en otras zonas más afectadas, pero hemos estado solos", explica esta californiana que eligió hace tres años vivir en Maui.
A través de las redes sociales los vecinos han estado coordinándose, analizando el peligro y expresando sus necesidades, que no han sido tantas porque están acostumbrados a fenómenos meteorológicos como los huracanes y tenían víveres suficientes y un generador para subsistir los dos días que han estado sin electricidad.
Aun así, en la paradisíaca y tropical Maui, lugar de rodaje de series como "The White Lotus" o alguna de las películas de la saga "Pirates of the Caribbean", los residentes estaban preparados para los huracanes, pero no para el fuego.
"En absoluto. Aquí llueve casi todos los días y que hubiera un incendio era simplemente inaudito", afirma Suárez.
Según las autoridades, la fuerte sequía que ha afectado el archipiélago en los últimos meses y los fuertes vientos procedentes del huracán Dora han provocado que las llamas se extendieran a una velocidad mucho mayor.
Aunque solo hay 55 muertos confirmados oficialmente, las autoridades advierten de que es probable que la cifra aumente considerablemente, ya que, por ejemplo, todavía no han podido revisar el interior de edificios en ciudades como la histórica Lahaina, que ha quedado prácticamente destruida por el fuego.
Ahí estaba haciendo turismo Trevor Allen, en un hotel a ocho kilómetros del centro, cuenta a EFE. El día en que empezaron los fuegos decidió salir de la ciudad, porque tras "varios cortes de energía durante la noche" la luz se fue por completo.
"Tomamos la decisión de ir a una zona de la isla donde hubiera energía, aunque no entendimos la gravedad de lo que estaba pasando hasta que intentamos regresar y vimos que todas las carreteras estaban cortadas", relata.
Ahora está en la localidad de Wailea en un hotel que funciona con relativa normalidad, la que permite la tragedia que está viviendo la isla, a la espera de un vuelo que lo lleve de vuelta a casa.
"La gente de Hawái está instando a los turistas a salir de la isla lo antes posible y estamos tratando de hacer eso. Sugiero a aquellos que tenían planes de viaje para venir aquí que los cancelen o retrasen mientras la isla está en duelo", afirma.
Como insiste Stacey Suárez, las redes sociales están jugando un papel fundamental para que los ciudadanos puedan enterarse de qué está sucediendo y coordinarse. A través de ellas circulan numerosas fotografías de personas que no han podido ser localizadas por sus familias.
Todavía no hay un número oficial de desaparecidos aunque el gobernador de Hawái, Josh Green, dijo ayer que se desconocía el paradero de unas 1,000 personas. "No significa que estén muertos, pero no podemos contactarlos, no podemos saber", apuntó.
De lo que sí está convencido, es de que esta es la tragedia más grave en la historia de la isla y de que el principal culpable no es otro sino el cambio climático.