El 11 de septiembre de 2001 el mundo se paralizó. El grupo terrorista Al Qaeda estrelló cuatro aviones cargados de combustible en las Torres Gemelas del World Trade Center de Nueva York, en el Pentágono de Washington D.C y en Shanksville, Pensilvania.
Tras las explosiones vino el horror. Personas saltando de edificios, derrumbes, muertes y esfuerzos de rescatistas para encontrar a personas con vida entre los escombros.
Los equipos de emergencia pasaron días y noches enteras en la Zona Cero de Nueva York y otros lugares afectados. Pero entre los héroes no sólo hubo hombres, también perros que olfatearon hasta encontrar personas para darles una nueva oportunidad de vida.
La fundación Memorial 9/11 estima que más de 300 perros participaron en los esfuerzos de búsqueda, rescate y recuperación en Nueva York. Estaban especialmente entrenados en búsqueda y rescate, trabajo policial, terapia y comodidad.
“Los perros de búsqueda y rescate (SAR) se especializan en habilidades de respuesta a desastres. Formados para buscar y detectar el olor de humanos vivos, su misión era encontrar supervivientes enterrados entre los escombros” señala.
La última persona viva rescatada de Ground Zero fue encontrada por uno de estos perros de búsqueda y rescate 27 horas después del colapso.
Hubo perros que trabajaron 12 horas seguidas y un equipo de veterinaria llegó a la zona para atenderlos, proteger las almohadillas de sus patas y tomar sus signos vitales entre las toxinas que inhalaban. Sus manejadores también hicieron simulacros de rescate exitosos para mantenerlos motivados.
American Kennel Club ha recopilado algunas historias de los lomitos que también fueron héroes.
Appollo fue el primer perro de rescate en llegar a la zona del World Trade Center. Él y el oficial Peter Davis llegaron justo después de que los edificios colapsaran. Atravesaron agua hasta la cintura y el perro sufrió quemaduras en su pelaje.
“Estaba en llamas. Limpié las brasas encendidas y él volvió a buscar”, dijo Peter Davis sobre la labor de su compañero canino. Aunque en ese momento Appollo tenía 9 años no dejó de buscar mientras hubo esperanza.
Morgan, un Springer Spaniel inglés, y la rescatista Katrene Johnson fueron contactados para buscar cadáveres en el World Trade Center.
El perro se expuso a gases tóxicos y agrietó sus patas en los escombros para identificar restos humanos, pues su especialidad es oler el aire.
“Tuvo que escalar fragmentos de metal retorcido y saltar rocas de hormigón que alguna vez habían sido edificios mientras buscaba el olor de la gente. Mientras tanto, los investigadores buscaron cualquier cosa que pudiera identificar a las víctimas que habían estado en el WTC”, señalan e AKC.
También colaboró en Mississippi para buscar desaparecidos después del huracán Katrina.
American Kennel Club narra la historia de Sage, un border collie que fue asignado al área de desastre en el Pentágono tras el atentado del 11-S. Lo desplegaron a Irak en 2007 para buscar soldados estadounidenses capturados o asesinados.
Los perros no sólo olfatearon entre el desastre para salvar vidas, también relajaron a los rescatistas estresados por los desgarradores momentos que vivían. Bretagne fue uno de los perritos que ayudaron a calmarlos. Cuando los policías y paramédicos lo acariciaban podían hablar sobre lo que sentían.
Foto: AP
Gunner llegó a la Zona Cero de Nueva York el 17 de diciembre de 2001 con el objetivo de brindar terapia al personal de rescate. Tenía todo un repertorio de trucos para provocar sonrisas: desde chocar la pata hasta girar y tirarse.