La ciudad de Nueva York, donde se han disparado los tiroteos y otras formas de violencia en los últimos meses, refleja el aumento del crimen en Estados Unidos que el presidente Joe Biden busca combatir ante un verano de reapertura en el que las autoridades de este polo turístico confían para reponerse de la pandemia.
En el conjunto de EE.UU. se han registrado desde comienzo de año 296 tiroteos masivos -con mínimo cuatro personas fallecidas o heridas, excluyendo al atacante- y casi 21,000 fallecidos por homicidios, asesinatos, accidentes y suicidios por arma de fuego, según la organización sin ánimo de lucro Gun Violence Archive (GVA).
Después de un año de pandemia, que ha ido acompañada de dificultades económicas para buena parte de la población estadounidense y de tensiones raciales, los índices de criminalidad siguen elevados en las grandes urbes del país, entre ellas Nueva York, la que mejor situación epidemiológica tiene y que espera 10 millones de turistas este verano.
Solo la semana pasada se registraron 33 tiroteos en la Gran Manzana y desde el comienzo del año ascienden a 634, un aumento del 64 % respecto a las mismas fechas de 2020, de acuerdo a la base de datos de la Policía local de Nueva York (NYPD, en inglés).
Además, los arrestos relacionados con armas de fuego alcanzaron cifras no vistas en 25 años en el primer trimestre de 2021, según la NYPD, que ha establecido colaboraciones con las autoridades federales para detener el flujo de armas hacia la región.
Se trata de una de las iniciativas del Departamento de Justicia en la Administración de Biden para frenar esta lacra, con fuerzas especializadas que se desplegarán este mes en otros corredores del tráfico de armas estadounidense como Chicago, Los Angeles, el área de la bahía de San Francisco y Washington, D.C.
Los fines de semana prolifera la violencia armada en la ciudad, con incidentes que han saltado a la prensa internacional como el reciente asesinato de un joven en el Alto Manhattan para robarle la cadena que llevaba al cuello, o el tiroteo a plena luz del día por una disputa en Times Square que hace dos meses evocó tiempos pasados y peores.
Precisamente la creciente inseguridad en las calles fue un tema clave en las elecciones primarias de Nueva York celebradas este martes, en las que, a falta de días para conocerse los resultados, el favorito es el expolicía demócrata Eric Adams, actual presidente del distrito Brooklyn.
Adams, afroamericano, ha sido uno de los candidatos que más ha insistido en reforzar la Policía después de que el año pasado la entidad sufriera un recorte presupuestario de 1,000 millones de dólares, frente a otros rivales que abogaban por profundizarlo.
Muchos expertos atribuyen el aumento de la criminalidad a las consecuencias de la pandemia, algunas de ellas sociales, como el desempleo y la ansiedad, y otras burocráticas, como la liberación de detenidos en custodia antes de los juicios o de personas ya condenadas, para evitar contagios en el sistema de prisiones.
Asimismo, señalan los recortes que han sufrido los Departamentos de Policía en grandes ciudades, fruto de las reivindicaciones de "quiten fondos a la Policía" en las protestas contra la brutalidad policial y la injusticia racial tras el asesinato del afroamericano George Floyd a manos de un agente blanco el año pasado.
No obstante, para el profesor y director del Centro de Investigación del John Jay College of Criminal Justice, Jeffrey Butts, "no hay evidencias de que los presupuestos policiales o incluso los cambios (en los mismos) sean responsables del aumento de tiroteos que hemos visto en todo Estados Unidos".
"A los oficiales de la ciudad les gusta hacer esas declaraciones como un refutamiento del eslogan de 'quiten fondos a la Policía', pero cuando los investigadores lo miran, no hay relación", señaló Butts, quien destaca que esa violencia se ha disparado independientemente de la "postura" ideológica o profesional de las fiscalías.
En ese sentido, a la hora de indagar en los factores, el experto resaltó que los tiroteos están "ocurriendo más en EE.UU. que en otros países" pese a que todos han vivido la pandemia con sus impactos sociales, culturales y económicos, por lo que apuntó a dimensiones particulares.
Entre ellas están los "millones de armas fácilmente obtenidas y en circulación", que en su opinión las autoridades "se niegan a atajar"; las desigualdades de larga duración que afectan especialmente a familias de baja renta y comunidades de color, y los "numerosos y muy visibles incidentes de violencia policial en la pasada década".
Butts señaló que la violencia policial siempre ha estado "impuesta desproporcionadamente en minorías raciales y étnicas", pero la llegada de las cámaras móviles ha llevado a visibilizarla y "crear un movimiento de resistencia muy activo que puede haber ayudado a erosionar la legitimidad que las fuerzas del orden disfrutaban antes". EFE