Los estadounidenses enfrentaron en septiembre un alza de precios importante, que reflota la preocupación por la inflación en momentos en que el mundo padece problemas de aprovisionamiento.
Luego de moderarse durante dos meses, la inflación volvió a trepar en septiembre, 0.4% con relación a agosto, cuando había marcado un descenso a 0,3%, según el índice de precios al consumo CPI publicado el miércoles por el Departamento de Trabajo.
Más de la mitad de este incremento se debe a los alimentos y la vivienda, destaca el comunicado. Una parte importante viene también de la energía, con precios que no paran de subir (+1,3% en un mes).
Este repunte inflacionario es particularmente visible en la medición a 12 meses, que marca un incremento de precios de 5,4%. En agosto la cifra era de 5,3%.
El efecto de la variante delta de coronavirus, que mermó el crecimiento de Estados Unidos en el verano boreal, se deja sentir. Los precios de los alimentos al menudeo, y no en los restaurantes, son los que aumentaron más (+1,2% en un mes).
En cambio, los precios de los pasajes de avión, la vestimenta y los coches usados bajaron.
Este repunte revive las preocupaciones sobre una disparada de precios más duradera de lo esperado, toda vez que el retorno al 2% de inflación anual, el objetivo de la Reserva Federal, se aleja mes tras mes.
A mediano plazo, sin embargo, el alza de precios se moderará, con "un crecimiento más rápido de la productividad", consideró Shepherdson, economista de Pantheon Economics.
Mientras tanto, advierte, los datos "parecerán amenazar, o realmente amenazarán el aspecto 'transitorio" de la inflación.
El FMI anticipa que los precios de la energía cederán para el primer trimestre de 2022 y, a nivel mundial, espera un pico de inflación en 2021, antes de una estabilización para mediados del año próximo.
Mientras tanto, los hogares ven caer su poder de compra, y los responsables políticos tratan de dar tranquilidad. "Pienso que es transitorio, pero no quiero decir que estas presiones (sobre los precios) desaparecerán en un mes o dos", destacó el martes la secretaria del Tesoro, Janet Yellen.
Las dificultades mundiales de aprovisionamiento, que provocan retrasos de entrega y escasez desde hace meses, explican en buena medida estos incrementos de precios, en particular de autos nuevos y muebles.
"Las alzas de precios producto de los cuellos de botella (...) en un contexto de fuerte demanda, mantendrán la inflación a un nivel alto, pues los desequilibrios entre la oferta y la demanda solo se resolverán progresivamente", señaló Kathy Bostjancic, economista de Oxford Economics, para quién la inflación anual estará por encima de 3% hasta mediados de 2022.
Estas perturbaciones frenan el crecimiento mundial, alertó el martes el FMI.
Por el contrario, según el presidente del banco JPMorgan Chase, Jamie Dimon, "se puede tener buen crecimiento e inflación".
Dimon deplora "demasiada atención" al alza de precios y a la cadena de aprovisionamiento, cuando, según él, hay "muy buenas chances" de que todo esto quede en el recuerdo dentro de un año.
El tema es central para el G7 Finanzas que se reúne en Washington.
La Casa Blanca anunció por ejemplo una extensión del trabajo nocturno y los fines de semana en el puerto de Los Angeles para reducir las filas de espera que retrasan la entrega de muchos productos.
En los puertos de Los Angeles y Long Beach, por donde llega 40% de los contenedores a Estados Unidos, "unos 100 navíos (están) amarrados fuera" de puerto "en espera de descargar mercaderías", detalló el martes Yellen.
La oferta de bienes es, sin embargo, "abundante", detalló Yellen.
Pero una responsable de la Fed, Mary Daly, presidenta de la Reserva Federal de San Francisco, no estaba tan segura el domingo: "Las personas compran ahora y frecuentemente les dicen que no obtendrán" a tiempo los productos.