Cuando la atleta Laurel Hubbard salió a la plataforma en la sede de halterofilia de los Juegos de Tokio este lunes para alzar 120 kilos, una gran expectación se intuía en el aire: ¿Subirá la primera atleta transgénero al podio?
A diferencia de otras jornadas en esta disciplina, el levantamiento de pesas en categoría más de 87 kilos había congregado a medios de todo el mundo porque ofrecía una insólita actuación en la historia de las Olimpiadas, la primera atleta transgénero compitiendo.
A la edad de 23 años, Laurel Hubbard dejó las pesas en categoría masculina, pero volvió al deporte y a la competición pasada la treintena y cuando ya había realizado una transición que la convertía en mujer.
La neozelandesa Laurel Hubbard, subcampeona del mundo en 2017, se disputó hoy el podio con otras levantadoras de pesas como Li Wenwen, campeona de la prueba y récord olímpico con 320 kg, la británica Emily Campbell que alzó 283 kg en la plata, así como la estadounidense Sarah Robles con bronce.
Pero la jornada de esta neozelandesa de 43 años, que había despertado un gran interés desde que se anunció su participación, acabó antes de tiempo durante la primera prueba.
Realizó los tres intentos de arranque fallidos y quedó descalificada automáticamente sin llegar a medirse en la prueba de dos tiempos. Aun así se mostró "profundamente agradecida" por la oportunidad.
Una oportunidad que también ha suscitado críticas y polémica
"Desde el punto de vista deportivo no he cumplido con los estándares que me había impuesto y tampoco los que esperaba de mí mi país" reconoció la atleta a los medios tras no lograr los intentos de arranque en 120 y 125 kilos.
"Sin embargo he de estar agradecida a mis seguidores en Nueva Zelanda por todo el amor y el aliento que me han dado y al Comité Olímpico Internacional (COI) por su compromiso en demostrar que el deporte es para todos, es inclusivo y esto es fabuloso" afirmó la atleta dando las gracias a la organización que lo ha hecho posible.
Laurel Hubbard no ha logrado clasificar pero pasará a la historia como la primera atleta transgénero que compitió en unos Juegos Olímpicos desde que el COI cambió su reglamento en 2015 para sumar en inclusividad y diversidad.
De acuerdo a estos cambios, el COI permite a atletas transgénero competir como mujeres si sus niveles de testosterona, la hormona que influye en el aumento de la masa muscular, están por debajo de un umbral.
Sin embargo, algunos críticos han mostrado su disconformidad con lo que podría ser una ventaja sobre el resto de atletas mujeres.
Entre ellas la levantadora de pesas belga, Anna Marie Van Bellinghen, que se midió en esta jornada olímpica con una marca de 219 kg.
La deportista belga le deseaba lo mejor a su rival neozelandesa, pero afirmaba a los medios que es necesario un mayor debate social.
"Solo espero que haya mayor discusión entre los actores implicados, los atletas, los científicos e incluyendo por supuesto a las propias personas transgénero" afirmó Anna Van Bellinghen.
"Me gustaría una explicación más científica para saber que es completamente justo", argumentó.
"Es un deporte de fuerza y la diferencia entre hombres y mujeres es 30 % y eso muestra que puede haber una gran ventaja", explicó la atleta.
Otra de las levantadoras de pesas que competía -aunque en otra categoría distinta- la española Lydia Valentín, comentaba que no cree que la participación de la atleta transgénero abra nuevas puertas a participaciones similares.
"A veces pasa excepcionalmente. Creo que a nadie, por una medalla olímpica, le gustaría cambiarse de sexo", apuntaba la atleta española, triple medallista olímpica y oro en Londres 2012 en esta disciplina.
Algo que quizá lleve a preguntarse si estamos ante un fenómeno único de los Juegos Olímpicos de Tokio o veremos nuevamente a atletas transgénero compitiendo por medallas en las próximas ediciones.