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El blanco que vistieron hoy las legisladoras demócratas de la Cámara Baja de EU difuminó el llamamiento a la unidad que hizo el presidente estadounidense, Donald Trump, en su segundo discurso del Estado de la Unión ante el Congreso.
Antes de la llegada del mandatario al hemiciclo, las carcajadas, sonrisas y selfis de las mujeres vestidas de blanco contrastaban con la seriedad al otro lado del pasillo, ocupado mayoritariamente por legisladores republicanos vestidos en traje oscuro y corbata.
Con la entrada casi triunfal de Trump en la Cámara de Representantes, los papeles fueron intercambiados inmediatamente y las cerca de 70 legisladoras vestidas de blanco empezaron a sentarse y a cambiar sus rostros alegres por una seriedad generalizada.
Las políticas demócratas de la Cámara Baja decidieron vestir de ese color para destacar el poder femenino en el Capitolio después de las elecciones legislativas de noviembre pasado y para conmemorar el acceso al voto de las mujeres, alcanzado en 1920 en EU.
Un total de 127 mujeres -102 en la Cámara Baja y 25 en el Senado- ganaron batallas electorales en los comicios de noviembre, marcando un récord histórico de presencia femenina en el poder legislativo estadounidense.
A lo largo del discurso, el bloque femenino demócrata, se mantuvo poco receptivo a los argumentos de Trump, destinados a destacar la "grandeza" de EU.
En la única ocasión que la agrupación sí celebró y estalló de júbilo fue cuando el presidente recordó que "ahora hay más mujeres en el Congreso que nunca".
Gritos de "¡Poder de las mujeres!" ("Women's power!") fueron la respuesta de las senadoras y miembros de la Cámara de Representantes reunidos en la sala.
Sin embargo, los demócratas demostraron su rechazo -con algunos abucheos incluidos- a la propuesta de levantar un muro en la frontera sur del país con México, una de las promesas estrella del mandatario durante su campaña y que ha estado en el centro del debate en las últimas semanas.
"Esto no es verdad, esto no es verdad", dijo en varias ocasiones Verónica Escobar, representante en la Cámara Baja de la ciudad fronteriza de El Paso (Texas, EU) a sus compañeras después de que Trump asegurara que esa urbe "tenía índices de criminalidad extremadamente altos" antes de la construcción de un muro en esa zona.
La bancada demócrata también se unió en contra del presidente cuando se refirió a las "ridículas investigaciones partidistas" que la oposición pretende llevar a cabo en los próximos dos años gracias a su mayoría en la Cámara Baja.
"Hay un milagro económico en Estados Unidos. Y lo único que puede frenarlo son guerras absurdas, políticas o ridículas investigaciones partidistas", defendió Trump.
Especialmente interesante fue ver las reacciones de las senadoras demócratas que ya han anunciado su candidatura para las próximas presidenciales, como Elizabeth Warren y Kamala Harris.
Estas legisladoras, sentadas en las primeras filas, mantuvieron un posado sobrio y solo aplaudieron y se levantaron en contadas ocasiones.
La mención al astronauta Buzz Aldrin, presente en el discurso y que formó parte de la expedición de la NASA que llegó a la Luna hace 50 años, fue la primera vez que la totalidad de los políticos realizaron una ovación cerrada.
Otros casos, como el de veteranos de la Segunda Guerra Mundial, supervivientes del tiroteo en una sinagoga en Pensilvania el año pasado y el de una niña de diez años que superó un cáncer hace unos meses recibieron también el respeto de todos los presentes.
Las referencias a Venezuela y un mejor acceso a la sanidad también generaron consenso entre ambos partidos.
Pese a estos momentos puntuales de unidad, el mensaje de oposición de las "mujeres de blanco" fue capaz de difuminar el segundo discurso del Estado de la Unión de Trump desde su llegada a la Casa Blanca.