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Los reportes sobre la depravación de Larry Nassar comenzaron a trascender unos 15 meses antes de que comenzara 2018. Distintos diarios habían dado cuenta de las primeras acusaciones de abuso sexual que se le imputaban y que desembocaron en un juicio y en el encarcelamiento del médico.

Pero fue enero de 2018 el mes en que más de 150 mujeres deportistas testificaron durante la audiencia en la que Nassar fue sentenciado como culpable de cargos de pornografía infantil y abuso sexual. Y fue ello lo que dio un vuelco a una crisis que había generado un daño enorme a muchas jovencitas, <span >principalmente gimnastas.</span>

El testimonio permitió contemplar directamente la índole real y el número de delitos de Nassar. Las declaraciones derivaron en muestras de furia, exámenes de conciencia e intentos de reforma.

Y dieron a las mujeres de todo el mundo del deporte _y a la sociedad en general_ una voz más resonante a la hora de exponer abusos que pasaron desapercibidos ante la conciencia pública durante décadas.

El presidente del Comité Olímpico Estadounidense, Larry Probst; su director general Scott Blackmun, y el director de desempeño deportivo Alan Ashley renunciaron voluntariamente o ante las presiones intensas.

En su discurso de dimisión, Probst dijo que, pese al éxito que obtuvo el Comité durante su gestión, “hubo un fracaso colectivo” para mantener seguras a las víctimas.

“Y ello siempre me causará un profundo pesar”, añadió

La sucesora de Blackmun, Sarah Hirshland, exhortó eventualmente a que se retirara el certificado a la federación, un proceso que sería agilizado por el Congreso, el cual ha realizado varias audiencias y ha instado a reformar la ley que rige toda la disfuncional carta del Comité Olímpico.

Irónicamente, una de las mayores impulsoras de un cambio resultó ser la mejor gimnasta del mundo. Simone Biles, campeona olímpica y mundial, y una de las víctimas de Nassar, no se guardó sus opiniones cuando percibió que los cambios no llegaban con la debida celeridad.

La suya fue la voz más conocida, pero no la única.

Ahora, las víctimas muestran un cauto optimismo.

“Hay un impacto cultural más amplio en términos de que las sobrevivientes hablen”, afirmó Rachel Denhollander, cuya historia de abusos a manos de Nassar desataron el escándalo. “Los fiscales dicen que han percibido un aumento significativo. Muchos de ellos vinculan esto con la audiencia de sentencia de Larry”.

Aunque Nassar trabajó con gimnastas reconocidas como voluntario, algunos de sus peores abusos ocurrieron como parte de su empleo de tiempo completo en la Universidad Michigan State.

La institución ha llegado a arreglos en demandas que totalizan 500 millones de dólares. Una y otra vez, la institución reaccionó de manera insuficiente ante las evidencias de que Nassar cometía abusos sexuales en serie.

Y el escándalo le ha costado el puesto a su rector, su director deportivo, su entrenador de gimnastas, su vicepresidente de asuntos legales, un decano y un médico. Algunos esperan juicio.

Están pendientes demandas de cientos de gimnastas contra el Comité Olímpico y la federación de gimnasia. El Congreso realizará más audiencias.

Surgirán detalles de más insuficiencias, y quizás haya soluciones positivas.

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