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La Casa Blanca ordenó este lunes a sus empleados que entren en el Ala Oeste que lleven mascarillas o barbijos siempre que no estén sentados en su propio escritorio, una norma que no está prevista que se aplique al presidente estadounidense, Donald Trump, o al vicepresidente Mike Pence.
La medida, circulada entre los empleados en un documento interno al que tuvieron acceso varios medios, llega después de que la semana pasada al menos dos personas del círculo cercano a Trump dieran positivo por coronavirus: un asistente personal del mandatario y la portavoz de Pence, Katie Miller.
"Requerimos que cualquiera que entre en el Ala Oeste lleve una máscara o algún recubrimiento facial", indica el documento, citado por el diario The Wall Street Journal.
El Ala Oeste es el apéndice de la residencia presidencial donde se encuentra el Despacho Oval, las oficinas de los principales asesores del mandatario, algunos salones de reuniones y la sala de prensa, además del espacio de trabajo de los periodistas.
La mayoría de los empleados de la Casa Blanca trabajan fuera del Ala Oeste, en un gran edificio gris llamado Eisenhower y situado al lado de la histórica mansión.
"A no ser que necesiten absolutamente entrar en el Ala Oeste por trabajo, les pedimos respetuosamente que eviten visitas innecesarias", agrega el documento oficial.
La directiva permite que los funcionarios se quiten la mascarilla cuando estén sentados en su propio escritorio, siempre que su espacio de trabajo les permita mantener una distancia de al menos seis pies (1,8 metros) respecto a otros empleados, algo que no siempre es posible en la compacta Ala Oeste.
Según el Washington Post, no se espera que la norma se aplique al propio Trump, quien hasta ahora no ha aparecido nunca en público con mascarilla y ha asegurado que no ve la necesidad de llevarla, dado que le hacen el test del COVID-19 prácticamente a diario.
Tampoco se espera que afecte a Pence, que este lunes paseó por la Casa Blanca sin mascarilla, y no está claro si se exigirá llevarla a todos los que visiten el Despacho Oval.
Los contagios de coronavirus en el entorno cercano a Trump provocaron que el vicepresidente Pence dirigiera este lunes una reunión desde una sala aislada, mientras que tres figuras clave para la respuesta sanitaria ante el virus se han visto obligadas a tomar precauciones durante las próximas dos semanas.
Dos de ellos están en aislamiento estricto -Robert Redfield, director de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), y Stephen Hahn, jefe de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA)-, mientras que el principal epidemiólogo del Gobierno, Anthony Fauci, trabaja desde casa en una cuarentena "parcial".
Esos sucesos han atraído aún más escrutinio a las medidas de seguridad de la Casa Blanca, que paradójicamente está intentando convencer a los estadounidenses de que es seguro volver a trabajar.
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