Corea del Norte anunció hoy que el domingo probó un misil balístico de rango intermedio (IRBM) que funciona con combustible sólido y es de vuelo hipersónico, un tipo de arma que Pionyang no testaba desde 2022 y que puede suponer una futura amenaza para bases estadounidenses en el Pacífico.
"El objetivo de la prueba fue verificar las características de planeo y navegación de la ojiva controlada maniobrable hipersónica de alcance intermedio, así como la fiabilidad de los motores de combustible sólido de alto rendimiento para las distintas fases (del proyectil) recientemente desarrollados", explicó la agencia estatal KCNA, que añadió que el test "fue realizado con éxito".
KCNA no mencionó la presencia del líder norcoreano, Kim Jong-un, durante en el lanzamiento, realizado por la recientemente creada Dirección General de Misiles, un detalle que algunos analistas consideran que indica que el misil puede estar en una fase temprana de desarrollo.
La agencia de noticias estatal norcoreana solo publicó una foto del proyectil, lanzado aparentemente desde uno de los complejos residenciales de Kim Jong-un al noreste de Pionyang, el mismo lugar desde el cual se ha disparado en dos ocasiones el misil balístico de alcance intercontinental (ICBM) y combustible sólido Hwasong-18.
El régimen norcoreano ya testó en 2021 y 2022 misiles que llamó "hipersónicos" (que son aquellos que vuelan a velocidades al menos cinco veces superiores a la del sonido), aunque en ese caso empleaban combustible líquido, considerado menos eficiente.
La única foto que publica hoy KCNA de este nuevo misil muestra una cabeza que parece ser de tipo MaRV (siglas en inglés de "vehículo de reentrada maniobrable"), que son aquellas capaces de maniobrar y modificar su trayectoria para burlar los sistemas antimisiles.
Los misiles testados en 2021 y 2022 iban equipados con ojivas similares a la de este nuevo misil.
En todo caso, la aparente trayectoria utilizada (según Seúl, el proyectil voló 1,000 kilómetros antes de caer al mar de Japón, mientras que Tokio habla de solo 500 kilómetros de recorrido y unos 12 minutos en el aire) no serviría en principio para testar la maniobrabilidad del MaRV de un misil IRBM, diseñado para golpear objetivos que, como mínimo, se sitúan a unos 3.000 kilómetros de distancia.
Los dos motores de combustible sólido aparentemente usados en este nuevo misil fueron testados en bancos de prueba a mediados de noviembre, tal y como anunció Pionyang, por lo que muchos preveían que el régimen los sometería pronto a un primer test de vuelo.
Incluso se cree que un lanzamiento fallido realizado desde las cercanías de Pionyang el pasado 23 de noviembre pudo corresponder a este proyectil.
A diferencia del combustible líquido, el sólido permite almacenar el misil ya cargado de propelente, lo que depara un despliegue más rápido a la hora de lanzar y hace más difícil que el proyectil sea destruido por un ataque preventivo.
De cualquier modo, esta nueva arma en desarrollo plantea un potencial peligro para objetivos que se hallen dentro del teatro de operaciones de Asia Pacífico, como es el caso de las bases estadounidenses en Japón o las que están en la isla de Guam, que quedan a unos 3,500 kilómetros de donde se disparó ayer el IRBM.
Tras el anuncio norcoreano de este lunes el JCS señaló en un comunicado que este último lanzamiento viola las resoluciones de la ONU que prohíben el uso de tecnología de misiles balísticos a Pionyang y advirtió que responderá "de manera abrumadora" si el Norte opta por realizar "una provocación directa".
A su vez, el anuncio sobre el test del nuevo misil ha coincidido con la partida de la canciller norcoreana, Choe Son-hui, rumbo a Rusia para realizar una visita de tres días que arranca hoy y en la cual se prevé que se reunirá con su homólogo ruso, Serguéi Lavrov, aunque ni Pionyang ni Moscú han facilitado apenas detalles.
El viaje de Choe coincide con la aparición de nuevas pruebas que apuntan a que el régimen transfirió a Rusia, además de cientos de miles de rondas de artillería, misiles balísticos de corto alcance (SRBM) que ha usado en diversos ataques contra Ucrania desde el pasado diciembre.
Este acuerdo de cooperación, por el cual Pionyang pareció recibir ayuda técnica de Moscú para poner en órbita su primer satélite espía en noviembre, quedó fraguado durante una cumbre que celebraron en septiembre Kim Jong-un y el presidente ruso, Vladímir Putin.