"Estoy aquí para llevarte a casa. Estás en un lugar seguro". Los soldados israelíes se preparan para recibir a mujeres y niños rehenes, que podrían estar profundamente traumatizados tras su

Los soldados recibieron un manual sobre el trauma e informaciones sobre primeros apoyos médicos. Pero incluso las primeras palabras que dirán a los rehenes han sido cuidadosamente elegidas. Los expertos advierten que muchos tardarán en recuperarse.

Según el acuerdo de tregua que entrará en vigor el viernes a las 07H00 locales, un primer grupo de 13 rehenes será liberado en la tarde, a cambio de prisioneros palestinos, tras siete semanas de cautiverio.

A pedido de las autoridades, especialistas en maltrato infantil del Instituto Haruv de Jerusalén prepararon directrices detalladas sobre cómo tratar a los menores una vez liberados.

"Cuando los soldados se encuentren con el niño", reza el manual visto por AFP, "deben presentarse educadamente y expresar frases tranquilizadoras como 'estoy aquí para cuidar de ti'".

Aparte de la asistencia médica de urgencia, se les anima a que averigüen y lleven consigo los alimentos favoritos de un niño, ya sea pizza o schnitzel [milanesas] de pollo. De lo contrario, deberán presentarse con pan, queso y fruta.

Muchos de los rehenes perdieron familiares y los militares deberán evitar responder a las preguntas de los niños sobre el destino de sus allegados, incluso si conocen la respuesta.

El en el sur de Israel dejó 1.200 muertos, la mayoría civiles asesinados por milicianos del grupo islamista, según las autoridades israelíes. Ese día, los combatientes también secuestraron a cerca de 240 personas y se las llevaron a la Franja de Gaza.

Desde entonces, Israel prometió "aniquilar" a Hamás y según el movimiento islamista, 14.854 personas murieron en los bombardeos y ataques israelíes contra el territorio palestino.

"Cada pregunta debe responderse del modo siguiente: 'Mi trabajo es llevarte a Israel, a un lugar seguro, donde te esperará gente que conoces y responderá a todas tus preguntas'", reza el manual. Cualquier entrevista con los medios está prohibida.

El manual se inspiró en las experiencias de otras víctimas de secuestros, como las del grupo islamista Boko Haram en Nigeria, explicó Ayelet Noam-Rosenthal, una de sus autoras.

"Necesitamos elementos comunes de lenguaje" que sean compatibles con el trauma, señaló a AFP. "Debemos hacer todo lo posible para no provocar traumas adicionales", añadió.

Aún hay muchas preguntas sin respuesta sobre el tipo de apoyo que necesitarán los menores.

"Nadie sabe si los niños y los padres serán liberados de manera separada o juntos", señala Moty Cristal, un militar jubilado.

Además, tampoco "sabemos si las mujeres sufrieron violencias sexuales durante su cautiverio", añade."Dada la naturaleza de los ataques, sólo podemos prepararnos para lo peor", prosigue.

AFP pudo confirmar las identidades de 210 rehenes. Al menos 35 de ellos son niños y 18 tienen menos de 11 años.

"Hubo niños secuestrados justo después de haber visto a sus padres ser brutalmente asesinados", declaró a la prensa Zion Hagai, presidente de la Asociación médica de Israel. "No sólo viven ese trauma, sino que lo sufren en un lugar extraño, oscuro y aterrador".

Uno de los rehenes más jóvenes es un bebé de nueve meses que se llama Kfir Bibas. Fue secuestrado junto con su hermano Ariel y sus padres Yarden y Shiri en el kibutz (comuna agrícola) de Nir Oz, cerca de la frontera con Gaza. Shiri apareció el 7 de octubre en un video con sus hijos en brazos, rodeada de hombres armados.

El manual del instituto Haruv y los expertos alertan de que los profesionales de salud también serán vulnerables.

Ofrit Shapira-Berman, una psicoanalista y profesora de la Universidad Hebraica, conoció a un adolescente en una sesión de asesoramiento para víctimas del 7 de octubre que oyó a sus padres y a sus dos hermanas gritar por teléfono antes de ser asesinados.

"Estoy aquí sentada e intento utilizar mi experiencia para ayudarle", dijo la psicanalista en un video. "Ese niño nos necesitará durante muchos años", aseguró.

"Hago lo mejor que puedo y después salgo [del consultorio] y empiezo a llorar porque supera mi imaginación".




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