Laura se convirtió el miércoles en un amenazante huracán de categoría 4 que incrementó los temores de que genera una marejada ciclónica de hasta 6 metros (20 pies) de altura que, según los meteorólogos, sería letal y capaz de sumergir a comunidades enteras.
Las autoridades imploraron a los residentes de Texas y Luisiana que evacuen las zonas costeras y expresaron su preocupación por el bajo número de personas que han abandonado el área.
La tormenta aumentó su magnitud en casi un 70% en cuestión de 24 horas hasta alcanzar un tamaño que el Centro Nacional de Huracanes describió como “extremadamente peligroso”. Succionando energía de las cálidas aguas del Golfo de México, se prevé que el sistema toque tierra entre la noche del miércoles y las primeras horas del jueves como el huracán más potente en impactar Estados Unidos en lo que va del año.
“Parece una bestia”, dijo el investigador de huracanes de la Universidad de Miami Brian McNoldy. “Eso es algo que no quieres ver si estás en su camino”.
Una de las principales autopistas de Luisiana ya registra grandes encharcamientos a medida que las bandas externas de Laura se aproximan a tierra con vientos con fuerza de tormenta tropical.
Miles de costales de arena fueron colocados a los costados de los caminos en la pequeña localidad de Lafitte, y los vientos se fortalecieron mientras las personas salían a abastecerse de provisiones en Delcambre, una comunidad de baja altitud. Trent Savoie, de 31 años, afirmó que no pretende evacuar.
“Con cuatro niños y 100 cabezas de ganado, es muy difícil dejar el lugar”, declaró.
Con poco tiempo restante, los gobernadores de Texas, Greg Abbott, y Luisiana, John Bel Edwards, temen que las alarmantes predicciones no estén teniendo eco entre la población a pesar de que las autoridades han emitido órdenes obligatorias de evacuación para más de 500.000 residentes de zonas costeras.
En Lake Charles, Luisiana, elementos de la Guardia Nacional condujeron autobuses escolares a través de varios vecindarios para recoger familias. Justo del otro lado del límite estatal, en Port Arthur, Texas, muy pocos residentes rezagados decidieron abordar los vehículos de emergencia.
Abbott advirtió que las familias que no abandonen la trayectoria de impacto podrían no recibir ayuda durante mucho tiempo después del paso de la tormenta.
El Centro Nacional de Huracanes siguió aumentando los estimados de la marejada ciclónica de Laura, de 3 metros (10 pies) hace un par de días, hasta alcanzar el doble de tamaño, una altura que según los meteorólogos sería particularmente letal.
Un huracán de categoría 4 puede casar daños tan catastróficos que la interrupción del servicio eléctrico podría prolongarse varios meses en algunas zonas, y áreas extensas podrían quedar inhabitables por semanas o meses.
La amenaza de tal devastación representa un nuevo desafío en ayuda contra desastres para un gobierno que aún debe lidiar con la pandemia de coronavirus. Algunas de las zonas bajo órdenes de evacuación en Luisiana también registran una elevada tasa de casos de COVID-19.
Para la tarde del miércoles, Laura tenía vientos máximos sostenidos de 225 km/h (140 mph) y su vórtice se ubicaba a unos 320 kilómetros (200 millas) de Lake Charles, moviéndose en dirección noroeste a 26 km/h (16 mph). Los meteorólogos pronostican que los vientos alcanzarán los 233 km/h (145 mph), pero podrían debilitarse un poco antes de tocar tierra.