Estados Unidos advirtió este miércoles que Rusia tiene previsto endurecer su campaña militar en Ucrania y dijo que el Ejército de Moscú está moviendo bombas de racimo y termobáricas en el país, armamentos muy criticados por su poder de destrucción.
"Hemos visto videos de fuerzas rusas llevando a Ucrania armas excepcionalmente letales, que no tienen cabida en los campos de batalla. Esto incluye municiones de racimo y bombas de vacío", señaló la embajadora estadounidense ante la ONU, Linda Thomas-Greenfield, en un discurso.
Según Thomas-Greenfield, las indicaciones apuntan a que el Kremlin está "preparándose para aumentar la brutalidad de su campaña contra Ucrania".
Las bombas de racimo son armas que se abren en el aire, soltando submuniciones que se dispersan en un área amplia, con el objetivo de destruir múltiples blancos a la vez. Pueden ser arrojadas por aviones, artillería y misiles, de acuerdo con el Comité Internacional de la Cruz Roja.
Aparte de los daños iniciales causados por las municiones en impacto, tienen una tasa elevada de fallo para estallar —de hasta un 40% en conflictos recientes_, de acuerdo con la Cruz Roja.
Eso deja secciones de tierra llenas de submuniciones que pudieran estallar. El regreso a la vida normal en esas áreas se vuelve peligroso, particularmente en áreas densamente pobladas. Algunos países afectados por guerras en el pasado se pasan años tratando de despejar zonas de bombas de racimo.
El uso de bombas de racimo en sí no viola las leyes internacionales, pero usarlas contra civiles puede ser una violación. Como en el caso de cualquier ataque, determinar un crimen de guerra requiere examinar si el blanco era legítimo y si se tomaron precauciones para evitar bajas civiles.
“La parte de la ley internacional donde esto comienza a tener un papel es en el ataque indiscriminado contra civiles”, le dijo a The Associated Press el director asociado de Human Rights Watch sobre armamento, Mark Hiznay.
Una convención para prohibir el uso de bombas de racimo tiene más de 120 países firmantes que acordaron no utilizarlas, producirlas, transferirlas o almacenarlas y se comprometen a despejarlas si han sido usadas.
Rusia y Ucrania no se han sumado a la convención. Tampoco Estados Unidos.
Estas bombas han sido usadas en muchos conflictos recientes.
Las tropas del gobierno sirio han utilizado a menudo bombas de racimo —suministradas por Rusia— contra bastiones de la oposición durante la guerra civil, a menudo destruyendo objetivos civiles e infraestructura.
Israel las ha lanzado en áreas civiles en el sur de Líbano, incluyendo la invasión de 1982.
Durante la guerra de un mes en 2006 de Israel contra Hezbollah, Human Rights Watch y la ONU acusaron a las fuerzas israelíes de disparar hasta 4 millones de bombas de racimo hacia Líbano. Eso ha dejado municiones sin estallar que amenaza a los civiles libaneses hasta hoy.
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