La Reserva Federal de Estados Unidos aumentó el miércoles su tasa de interés referencial en tres cuartos de punto —su mayor aumento desde 1994— en su afán por combatir una inflación que ha resultado ser más persistente de lo esperado.
Ello deja la tasa para préstamos a corto plazo, que incide en créditos personales y comerciales, en una banda de entre 1,5% y 1,75%.
De esta manera el banco central estadounidense intensifica su batalla por inhibir el crédito y el crecimiento económico, en momentos en que la inflación alcanza el 8.6%, una cifra no vista desde hace cuatro décadas y que está permeando cada vez más áreas de la economía.
Al mismo tiempo, los estadounidenses están anticipando que la inflación durará más tiempo de lo pensado. Ello podría provocar una disposición psicológica que podría dificultarle al banco central reducir la inflación a su meta anual de 2%.
El aumento anunciado el miércoles es mayor al de medio punto que el presidente del banco central, Jerome Powell, había previsto. Es una admisión también de las dificultades que está teniendo para mantener a raya la inflación, exacerbada por la invasión rusa a Ucrania y sus repercusiones económicas, principalmente en el aumento de los precios de los energéticos.
Los créditos en varios sectores de la economía estadounidense ya han empezado a subir marcadamente a raíz de las medidas del banco central. Por ejemplo, la tasa hipotecaria a 30 años, que a principios de año estaba en 3%, está ahora en 6%, su cifra más alta desde la crisis financiera de 2008. El rendimiento de los bonos del Tesoro de Estados Unidos a dos años ha subido a 3.3%, un nivel que no alcanzaba desde 2007.