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El nuevo virus que surgió en China tiene a los investigadores de todo el mundo apresurándose por hallar una vacuna contra una sorpresiva amenaza a la salud, sin la garantía de que la hallarán a tiempo.
Tan sólo unos días después de que científicos chinos compartieron el mapa genético del nuevo tipo de coronavirus, los investigadores de los Institutos Nacionales de la Salud de Estados Unidos (NIH por sus siglas en inglés) elaboraron un posible ingrediente clave para la vacuna que esperan empezar a probar en abril.
Científicos de distintas partes del mundo, desde Australia hasta Francia, junto con varias compañías biotecnológicas y de vacunas, se unieron a la causa, buscando diferentes tipos de inoculaciones.
Todo ese trabajo se está llevando a cabo a una gran velocidad en comparación con otros brotes. Sin embargo, los expertos concuerdan que todavía podría requerirse un año, si todo sale bien, para que cualquier vacuna esté lista para su uso generalizado. Eso si es que para entonces aún es necesaria.
A nivel internacional, más de 28.200 personas se han infectado con el nuevo virus y la cifra de muertes superó las 560. La gran mayoría de los casos han ocurrido en China, pero se han reportado más de 200 personas contagiadas en más de dos docenas de países.
Por ahora, las autoridades de salud están aislando a los enfermos para frenar la propagación del virus, que causa fiebre, tos y en casos graves neumonía. Sin un tratamiento específico, algunos doctores también están probando medicamentos antivirales desarrollados para otras enfermedades.
Los especialistas de los NIH dijeron que, en lugar de enfocarse en el combate de brotes específicos, es momento de buscar diseños prototipo de vacunas que podrían funcionar para familias enteras de virus, listos para sacarse del estante al primer indicio de una nueva enfermedad.
“Tenemos la tecnología ahora. Es factible desde un punto de vista de ingeniería y biológico”, señaló el doctor Barney Graham, subdirector del Centro de Investigación de Vacunas del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas. Sin ese paso, “vamos a estar en riesgo de nuevas pandemias”.
Tradicionalmente, elaborar vacunas requería cultivar primero muchos virus en un laboratorio. El equipo de los NIH busca un método nuevo y mucho más rápido: Simplemente utilizar una parte del código genético del virus, llamada ARN mensajero o ARNm, que le instruye a las células a que fabriquen una proteína particular.
“Creemos que el ARN es el software de la vida”, señaló el doctor Tal Zaks, jefe de Moderna Inc., que desarrolla vacunas de ARNm para otras enfermedades y trabaja con los NIH sobre el nuevo tipo de coronavirus.
Se inyecta la pieza correcta y con ello “le has enseñado al cuerpo a fabricar su propia medicina”, explicó. Mientras las células producen justo esa proteína, el sistema inmunológico aprende a reconocerla y queda listo para atacar si alguna vez se presenta el virus.