Usando una bomba de humo y una pistola, un exsoldado de la infantería de Marina de Estados Unidos abrió fuego contra una multitud que celebraba una “noche universitaria” en un bar de música country en el sur de California, matando a 12 personas y haciendo que cientos huyeran despavoridos, informaron las autoridades el jueves.
Al parecer el agresor, vestido de negro y con una capucha, se suicidó.
Las autoridades dijeron que la primavera pasada Long tuvo un episodio de comportamiento errático que creyeron que fue indicio de un trastorno de estrés postraumático debido a sus antecedentes militares.
Geoff Dean, jefe de la policía del condado Ventura, dijo que su departamento tuvo varios contactos previos con Long, incluso una visita a su domicilio en abril, cuando varios policías lo encontraron furioso y actuando irracionalmente.
El jefe de policía dijo que en ese momento se llamó a un equipo de crisis mental y concluyeron que no era necesario que Long estuviera bajo custodia.
Varios de los clientes en el bar hablaron el jueves sobre lo sucedido en el tiroteo. Dijeron que gritaron de pánico, exclamaron “¡Abajo!” y usaron taburetes para romper los ventanales del segundo piso y tratar de ponerse a salvo cuando comenzó el tiroteo en el Borderline Bar & Grill, un bar popular entre los estudiantes de la Universidad Luterana de California que se encuentra cerca.
Entre los fallecidos hay 11 personas que estaban dentro del establecimiento y un sargento que estaba dentro del lugar, dijo Dean.
“La de ahí dentro es una escena horrible”, dijo Dean en una conferencia de prensa en el estacionamiento del Borderline Bar & Grill. “Hay sangre por todas partes”.
El asesino lanzó un dispositivo de humo y traía una pistola calibre .45, dijo un policía a The Associated Press. El agente no dio su nombre porque no estaba autorizado a dar información sobre el caso.
Se trata del peor tiroteo en Estados Unidos desde que 17 estudiantes y maestros fueron asesinados en una escuela secundaria de Parkland, Florida, hace nueve meses. Además, ocurrió menos de dos semanas después de una balacera en una sinagoga en Pittsburgh donde murieron 11 personas.
Trump elogió a la policía por su “enorme valentía” en el ataque de California. “Dios bendiga a todas las víctimas y las familias de las víctimas”, agregó.
El pistolero era alto y vestía de negro con una capucha que cubría su cabeza y tapaba parcialmente su rostro, relataron testigos a las televisoras. Dijeron que el atacante disparó primero contra un portero de seguridad en la entrada del local y después abrió fuego sobre la multitud de una forma que parecía aleatoria.
“Me tiré al piso”, dijo Sarah Rose DeSon al programa "Good Morning America” de la cadena ABC. “Un amigo gritó ¡todos abajo! Nos escondimos detrás de las mesas tratando de resguardarnos”, recordó.
Tayler Whitler, de 19 años, dijo que se encontraba en la pista de baile con sus amigas cuando vio al pistolero disparar y escuchó gritos de “agáchense”.
“Fue realmente aterrador”, dijo Whitler a la cadena KABC-TV mientras su padre la acompañaba en el estacionamiento del Borderline. “Parecía que sabía lo que estaba haciendo”.
Muchas otras personas sufrieron heridas menores, incluidas algunas causadas por el intento de escapar, dijo Dean.
El sargento policial Ron Helus y un policía de caminos que se encontraba cerca del lugar fueron los primeros en responder a varias llamadas a los servicios de emergencia y llegaron al Borderline alrededor de las 11.20 de la noche, señaló el responsable policial.
Helus fue abatido fatalmente de forma inmediata con varios disparos, dijo Dean. El policía de caminos esperó hasta la llegada de un equipo SWAT y muchos otros agentes. Para cuando entraron en el bar de nuevo, los disparos habían cesado. Encontraron los cuerpos sin vida de 12 personas, incluido el del pistolero.
Según la página web del Borderline, el miércoles se ofrecían lecciones de pasodoble country durante la noche universitaria semanal.
Las balaceras son un fenómeno poco frecuente en Thousand Oaks, una ciudad de 130.000 personas a unos 64 kilómetros (40 millas) al oeste de Los Ángeles, muy cerca de los límites del condado.
Helus tenía 29 años de experiencia en el cuerpo policial. El veterano policía estaba casado y tenía un hijo, y pesaba jubilarse el próximo año, dijo su superior, que no pudo contener las lágrimas varias veces mientras hablaba sobre el sargento, con quien también tenía una amistad profunda.
“Ron era muy trabajador, era un sargento que estaba totalmente comprometido”, dijo Dean, añadiendo que “esta noche, como le dije a su esposa, ha muerto un héroe porque entró para salvar vidas”.