La elección de este martes en Estados Unidos entre el republicano Donald Trump y el demócrata Joe Biden se decidirá en un puñado de estados considerados clave. Son los únicos a los que los candidatos han ido, dónde los partidos han invertido todo su dinero y en los que los focos mediáticos están puestos. Esta es una guía de los estados clave para la noche electoral.
El sistema electoral estadounidense se basa en un cuerpo de 538 compromisarios que se eligen en los estados en función de su población, conocido como Colegio Electoral. El candidato ganador en cada estado, aunque sea por un solo voto, se lleva todos sus compromisarios en su objetivo de llegar al número mágico que le lleve a la Casa Blanca: 270.
La mayoría de estados están decididos antes de las elecciones ya sea por los márgenes que indican las encuestas o por su histórico electoral. Es el caso de California para los demócratas o Tennessee para los republicanos. Pero la suma de los estados decididos por lado y lado no llega a los 270.
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Es ahí dónde entran los estados clave, un selecto club de apenas una decena que fluctúan elección tras elección, aunque no siempre son los mismos, en los que los candidatos dedican todos sus esfuerzos durante la campaña y en los que todos los ojos están puestos en la noche electoral.
Se considera que los demócratas tienen ganado California, Nueva York, Nueva Jersey, Illinois, Hawái, Oregón, Washington, Colorado, Nuevo México, Massachusetts, Virginia, Maryland, Delaware, Rhode Island, Connecticut, el Distrito de Columbia, Vermont y Maine.
Para los republicanos Tennessee, Kentucky, Indiana, Carolina del Sur, Misuri, Kansas, Luisiana, Alabama, las Dakotas, Wyoming, Idaho, Arkansas, Alaska, Oklahoma, Misisipí, Utah, Virginia Occidental, Montana y Nebraska.
En total, los estados demócratas suman 212 compromisarios y los republicanos 125, por lo que a simple vista la victoria de Biden parecería más sencilla, pero es así de sencillo.
FLORIDA.
Florida es el estado clave por excelencia. En 2016 votó por Trump, en 2008 y 2012 por Barack Obama, en 2004 y 2000 por George Bush hijo, en 1996 por Bill Clinton o en 1992 y 1988 por George Bush padre. En el 2000, de hecho, tras un recuento que duró semanas, entregó la Casa Blanca a Bush por unos 500 votos.
Trump huye de Washington siempre que puede con destino Florida. Cuenta con la migración latinoamericana más derechista y con los pensionados en busca del sol. Los recuentos -como el de Bush- suelen ser de infarto y el ganador se lleva 29 compromisarios, el premio grande entre los estados clave.
PENSILVANIA/MICHIGAN/WISCONSIN.
Estos tres estados eran un seguro de vida para los demócratas gracias al voto afroamericano urbano y a la clase trabajadora blanca. Hasta 2016, Wisconsin había votado demócrata en las siete anteriores elecciones presidenciales, mientras que Michigan y Pensilvania en seis.
Trump, sin embargo, apostó fuerte en 2016 por los tres (cerrando campaña en Michigan), apeló al voto rural y a la clase trabajadora blanca desengañada por el cierre de industrias y los ganó por un irrisorio margen combinado de 80.000 votos, sumando un total de 46 compromisarios que allanaron su sorpresivo camino a la Casa Blanca.
MINESOTA/NUEVO HAMPSHIRE.
Con características parecidas a los tres anteriores aunque aún más demócrata si cabe, Minesota fue el cuarto estado que Trump se puso entre ceja y ceja conquistar en 2016. Por poco, pero con Minesota y sus 10 compromisarios no pudo.
Otro estado que los demócratas salvaron por los pelos fue Nuevo Hampshire, donde un 94 % de votantes blancos y con peso rural es terreno abonado para Trump, aunque solo entrega 4 compromisarios.
TEXAS/ARIZONA/GEORGIA.
La otra cara de la moneda. Estados que parecían garantías para los republicanos, pero que los cambios demográficos (una gran migración desde estados más progresistas combinada con la movilización del voto joven y de minorías) hacen nada descabellado que los demócratas puedan hacerse con ellos.
Arizona con sus 11 compromisarios parece un hecho, Georgia y sus 16 se vaticina como posible, mientras que la todopoderosa Texas y sus 38 es todavía un sueño para Biden o, de confirmarse, una pesadilla para Trump.
CAROLINA DEL NORTE.
Aunque se inclina hacia la derecha, Carolina del Norte votó por Obama en 2008 o por Jimmy Carter en 1976. En 2016 optó sin mucho entusiasmo por Trump y una alianza entre los afroamericanos y los votantes moderados a favor de Biden pondría en peligro sus 15 compromisarios para el presidente.
NEVADA.
Cada vez más teñida de azul, Nevada ha votado demócrata en cinco de las últimas siete elecciones a la Casa Blanca. Aunque todavía se la considera un estado clave, es posible que abandone pronto este selecto club.
OHIO.
Es el termómetro de Estados Unidos. Ha votado siempre por el ganador en las 14 últimas contiendas presidenciales. Del demócrata Lyndon B. Johnson en 1964 a Trump en 2016. Aunque como dice el dicho, las estadísticas están para romperlas.
IOWA.
Tras fluctuar entre los dos partidos por más de un siglo y cuando parecía que los demócratas estaban inclinando de su lado la balanza, llegó Trump y ganó Iowa con un margen de 10 puntos. Sus granjeros, sin embargo, son de los más afectados por la guerra comercial con China y eso le puede pasar factura al presidente.
MAINE-2/NEBRASKA-2.
Maine y Nebraska son los únicos dos estados que no dan todos sus compromisarios al candidato más votado, sino que los dividen por distritos. Maine es demócrata, pero su segundo distrito rural ya votó por Trump en 2016. Con Nebraska pasa lo contrario: no hay duda de que es republicana, pero el distrito urbano de Omaha ha votado demócrata en el pasado. Son un solo compromisario por distrito, pero pueden decidir la elección si hay un (no tan improbable) empate a 269.