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Con un AK-46 y otro rifle, Joshua es uno de los seguidores del presidente de EU, Donald Trump, que patrulla frente al centro de cómputo de votos que se ha hecho más famoso del país, el del condado de Maricopa (Arizona, EE.UU.). Pide a gritos que su sufragio se tenga en cuenta.
"Hasta que no cuenten todos los votos, no nos vamos de aquí", asegura a Efe Joshua, un exmilitar de 38 años residente en Phoenix que porta dos armas porque, según él, quiere y puede.
Tatuado en ambos brazos y la pierna izquierda, el arizoniano está enfadado con los medios de comunicación, en especial con la cadena de televisión Fox News, que proyectó que el aspirante demócrata Joe Biden era el ganador en Arizona. "¡Qué les jodan!", exclama, sonriendo.
LOS REPUBLICANOS DENUNCIAN FRAUDE
Joshua está conversando sobre las supuestas injusticias en el conteo de votos con Cindy Holmes, una mujer jubilada de unos sesenta años que viste una gorra roja con el lema "Mantengan EU grande" y una camiseta blanca con "Trump-Pence 2020" en el pecho.
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La principal preocupación de Cindy es que ha "oído" que estaban llevando papeletas electorales "fabricadas" al centro de escrutinio que podrían afectar a Trump. Por ese motivo, acudió esta mañana a primera hora. "Para asegurarnos de que todas las papeletas sean contadas", insiste en su charla con Efe, como su nuevo amigo Joshua.
En el grupo de seguidores del mandatario, ataviados con enormes banderas estadounidenses, comentan que lo peor es que "los demócratas pintaron papeletas que apoyaban a Trump para invalidarlas". Estas alegaciones son, sin embargo, sin pruebas fehacientes.
Un cubano que se manifiesta con ellos asiente al escuchar estas afirmaciones mientras hace un directo en Facebook para todos sus amigos isleños. "Salude a Cuba, hermano", dice, mientras graba la escena.
El otro argumento que defienden en sus largas conversaciones sobre "lo ilegal" es que el voto de “más de 500 personas”, todas republicanas, según ellos, no ha sido computado. Preguntados por Efe sobre esta presunta incidencia, fuentes del centro de conteo explican que se descartan esos votos cuando un elector que ya ha votado por correo, lo hace también de manera presencial. “Así evitamos votos duplicados”, contestan.
“CADA VOTO CUENTA”
No solo los conservadores perseveran en la idea de que “cada voto cuenta”. A unos metros, una mujer de origen griego con el pelo teñido de azul, Alexandra Kostas, subraya, solitaria, que “cada sufragio es la voz de una persona y no debería pararse el conteo porque una persona quiera”, en alusión a Trump, que ha solicitado que se detenga el escrutinio en varios estados; en contra de las peticiones de Joshua y compañía.
Toda esta situación parece surrealista para la máxima responsable del escrutinio a nivel estatal, la secretaria de Estado de Arizona, la demócrata Katie Hobbs.
"No entiendo el objetivo de estos manifestantes. Obviamente, claro que vamos a contar todos los votos. Estamos obligados legalmente y los empleados del condado de Maricopa están trabajando contrarreloj, están haciendo su trabajo", señala anonadada ante semejantes protestas.
El próximo capítulo de suspense del famoso condado de Maricopa, con una población de casi 4,5 millones, se dirimirá esta tarde con el anuncio de los resultados de parte o la totalidad de los 275.000 votos que aún quedan por contar. "Paciencia", recomienda a Efe uno de los trabajadores que entra y sale, apresurado, al edificio público.