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El Premio Nobel de Economía fue atribuido este lunes a los estadounidenses Paul Milgrom y Robert Wilson, dos expertos en subastas "perfectas" cuyo trabajo innovador fue utilizado en particular para la asignación de frecuencias de telecomunicaciones.
El premio les fue otorgado por "mejorar la teoría de las subastas e inventar nuevos formatos de subasta", en "beneficio de los vendedores, compradores y contribuyentes de todo el mundo", dijo el jurado de la Academia Sueca de Ciencias.
Milgrom y Wilson, que estaban entre los favoritos para el premio de este año, crearon un concepto que se utiliza para la venta de licencias de frecuencias de telecomunicaciones en Estados Unidos. El jurado destacó que trabajaron tanto en la teoría como en la práctica.
El trabajo de los dos economistas, ambos profesores de Stanford, también se ha aplicado a los mecanismos de asignación de las franjas horarias de los aeropuertos.
Desde la venta de electricidad hasta la publicidad online, y con el objetivo de asignar los activos de la mejor manera para la economía, "las subastas son extremadamente importantes (...) estos nuevos formatos están al servicio de la sociedad en todo el mundo", dijo el miembro del jurado Peter Fredriksson.
En sus trabajos, que comenzaron a finales de la década de 1960, Robert Wilson, de 83 años, demostró, entre otras cosas, que los participantes racionales en una subasta tienden a hacer una oferta inferior a la situación óptima por miedo a pagar en exceso, subrayó el jurado.
Paul Milgrom, de 72 años, --del que Wilson fue director de tesis -- formuló en los años 1980 una teoría más general sobre las subastas, que muestra que ésta genera precios más altos cuando los compradores obtienen información sobre los valores estimados de unos y otros durante la subasta, según el jurado.
"Cuando la gente piensa en subastas, piensa en la casa de subastas Drouot, pero hoy en día Google hace subastas, y todas las licitaciones públicas son subastas inversas, siguiendo el principio de una competencia al mejor postor", dice David Ettinger, profesor de la universidad de París Dauphine y también experto en el tema.
Paul Milgrom, privado este año de la entrega de premios en diciembre a causa del coronavirus, explicó que ya estuvo en Estocolmo en diciembre de 1996 para dar el discurso del Nobel a William Vickrey, que ya falleció.
Para el último premio Nobel del año, oficialmente llamado "Premio del Banco de Suecia en Economía en memoria de Alfred Nobel" había varios candidatos, expertos en cuestiones como desigualdades, psicología económica, salud o mercado laboral.
Pero Milgrom y Wilson, que se repartirán casi un millón de euros (1,18 millones de dólares), estaban entre los favoritos.
En 2019, el premio se concedió a un trío de investigadores especializados en la lucha contra la pobreza, los estadounidenses Abhijit Banerjee y Michael Kremer y la franco-estadounidense Esther Duflo, la segunda mujer distinguida en la disciplina y la ganadora más joven en la historia del premio.
En los últimos 20 años, tres cuartas partes de los ganadores del premio de economía fueron estadounidenses mayores de 55 años, como este año. La edad media de los ganadores también supera los 65 años, la más alta de los seis premios Nobel.
Aunque es la recompensa más prestigiosa para un investigador en economía, el premio no ha adquirido la misma categoría que las disciplinas elegidas por Alfred Nobel en su testamento fundacional (medicina, física, química, paz y literatura).
Sus críticos lo llaman "falso Nobel" y aseguran que representa en exceso a economistas ortodoxos y liberales.
Este premio fue instituido en 1968 por el Banco Central de Suecia y concedido por primera vez en 1969.
El Nobel de Economía cierra un año marcado el viernes por el premio de la paz otorgado al Programa Mundial de Alimentos, la agencia de la ONU que lucha contra el hambre.