quien admira abiertamente desde hace tiempo a varios dictadores, ha radicalizado su discurso a tres semanas de las elecciones presidenciales estadounidenses, con amenazas directas al "enemigo interno".

Una de las señas de identidad de Trump como presidente fue su constante uso de la frase "enemigo del pueblo" para describir a los medios de comunicación, o al menos a los que no le gustan.

El domingo, el magnate, empatado en las encuestas con la vicepresidenta demócrata Kamala Harris, sorprendió al decir que el ejército podría combatir a un grupo mucho más amplio de estadounidenses.

Preguntado en la cadena Fox News, afín a Trump, sobre si esperaba que la jornada electoral sería pacífica, el republicano citó a los enemigos internos.

"Tenemos gente muy mala. Tenemos gente enferma, lunáticos de izquierda radical. Y creo que ellos son el..., y debería ser manejado muy fácilmente por..., si es necesario, por la Guardia Nacional o, si es realmente necesario, por los militares", dijo entrecortando las frases.

"El enemigo interno, en mi opinión, es más peligroso que China, Rusia y todos estos países", añadió.

El único "enemigo" específico que Trump identificó fue el congresista demócrata y candidato al Senado Adam Schiff, a quien describió como "un sinvergüenza" y una "gran escoria".

Aunque Trump ganara las elecciones el 5 de noviembre no tendría todavía autoridad sobre la Guardia Nacional o el ejército.

Sin embargo, la sugerencia de utilizar el ejército contra los estadounidenses deja patente que su mensaje se radicaliza.

Desde hace años Trump ha admirado a los líderes ruso Vladimir Putin, chino Xi Jinping y norcoreano Kim Jong Un.

Los tres "están en la cima del juego, son duros, inteligentes, despiadados y van a proteger a su país", dijo de ellos en agosto.

Lo novedoso es el creciente énfasis en emular las medidas represivas internas de líderes autoritarios en suelo estadounidense.

El mes pasado, Trump afirmó que el país está inundado de delincuentes, pese a que las estadísticas lo desmienten, y añadió en un mitin que la solución sería permitir a la policía imponer una represión violenta.

Una de sus frases favoritas es decir que Xi dirige China con "mano de hierro".

"Controla a 1.400 millones de personas sin piedad. Sin piedad. Sin juegos", alabó Trump en enero de este año, calificando a Xi de "hombre brillante".

Los demócratas, y una larga lista de ex altos cargos de la presidencia de Trump, multiplican las advertencias contra un segundo mandato del millonario.

Trump se esfuerza poco por rebatirlas. Preguntado en diciembre en Fox sobre si tenía algún objetivo de crear una dictadura, respondió: "No, salvo el primer día".

Durante años Trump ha afirmado que un tenebroso "Estado profundo" es la verdadera fuerza antidemocrática en Estados Unidos y que él está ahí para defender a los votantes.

Pero fue él quien quebró las normas democráticas en 2020 al negarse a reconocer su derrota electoral frente a Joe Biden.

Ahora siembra dudas sobre si las elecciones de noviembre serán justas, lo que hace temer disturbios similares al asalto del 6 de enero de 2021 al Capitolio por parte de partidarios suyos.

A medida que se acerca el día de las elecciones, Trump sugiere que en su segundo mandato el Departamento de Justicia encarcelaría a los tramposos electorales, a pesar de que no hay pruebas que respalden sus afirmaciones de que haya habido fraude.

"CUANDO GANE, esa gente que HIZO TRAMPAS será procesada con todo el peso de la Ley, lo que incluirá largas penas de cárcel para que esta Depravación de la Justicia no vuelva a ocurrir", publicó Trump en septiembre.

En junio declaró al presentador de televisión "Dr. Phil" que "a veces, la venganza puede estar justificada".



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