China informó el viernes de, al menos, cinco nuevos casos de covid-19 en Xinjiang, una vasta región del noroeste del país, donde vive en particular la minoría musulmana uigur, lo que hace temer un resurgimiento de las contaminaciones.
China, el primer país afectado por el virus a finales de 2019, ha conseguido desde entonces frenar considerablemente el contagio, que en las últimas semanas ha descendido a un puñado de nuevos casos cada día.
Xinjiang es un territorio semidesértico que limita con Asia central, donde viven 25 millones de personas. Poco menos de la mitad de ellos pertenecen a la minoría uigur, que es predominantemente musulmana y habla un idioma similar al turco.
Al menos cinco nuevos casos de nuevo coronavirus fueron descubiertos en Urumqi, la capital regional, dijeron las autoridades locales.
La primera infección fue detectada el miércoles.
Como resultado, la metrópolis de 3,5 millones de habitantes cerró su metro, mientras que las conexiones aéreas se redujeron drásticamente el viernes.
Algunos usuarios de la red social Weibo afirman que varios barrios residenciales fueron aislados.
Para desalentar probablemente compras de pánico, los medios oficiales afirman que los supermercados tienen suficientes reservas de alimentos.
Washington, junto con expertos y organizaciones de derechos humanos, acusan a Pekín de haber internado en Xinjiang a un millón de musulmanes, principalmente de etnia uigur, en nombre de la lucha antiterrorista.
China desmiente esta cifra y afirma que estas personas son llevadas a centros de formación profesional, destinados a ayudarlas a encontrar un empleo para alejarlas de la tentación del extremismo.
Al comienzo de la epidemia, las organizaciones partidarias de los uigures estaban preocupadas por las posibles consecuencias de un contagio dentro de estos centros.