Ayudar a reducir las partículas transmitidas por el aire es uno de los retos para luchar contra el coronavirus. Ahora, científicos han logrado diseñar un recubrimiento transparente y barato que puede convertir superficies, como ventanas o techos, en "almohadillas de pegamento" para atrapar los aerosoles.
Se trata de una prueba de concepto -ahora hay que optimizarla y hacer ensayos en humanos- cuya descripción se publica en la revista "Chem".
Sus responsables son investigadores de la Universidad Northwestern (EU), quienes han reutilizado para su diseño ingredientes comunes presentes en el acondicionador de pelo.
Se trata de un revestimiento transparente que puede capturar aerosoles y gotas suspendidas en el aire, aseguran los autores del trabajo, que afirman que estos recubrimientos pueden, por tanto, mejorar la función de algunos equipos de protección general en áreas públicas, como las pantallas divisorias de plástico transparente.
La principal forma de propagación de enfermedades respiratorias como la covid-19 es a través de fluidos respiratorios emitidos cuando una persona infectada habla, estornuda o respira.
Estos fluidos, que contienen virus, incluyen grandes gotas y finos aerosoles que son especialmente difíciles de controlar y eliminar. Al chocar con una superficie, los aerosoles pueden rebotar fácilmente y volver a ser transportadas por el aire, según un comunicado del grupo Cell, editor de la revista "Chem".
Para diseñar su estrategia, a los investigadores se les ocurrió convertir un polímero utilizado habitualmente en productos capilares y cosméticos para retener la humedad en un recubrimiento superficial.
El producto desarrollado es hidrófilo, de modo que puede capturar las gotas que contienen patógenos y evitar que reboten.
"Hay muchas superficies interiores que apenas se tocan, como las partes de la pared más cercanas al suelo y techo, donde este recubrimiento podría aplicarse", apunta Jiaxing Huang, de la Universidad Northwestern.
Para hacer sus experimentos, el equipo recubrió con este nuevo material una mampara de plexiglás. La roció primero con un vapor de aerosoles, generado por un vaporizador facial manual, para simular las finas gotas respiratorias emitidas al hablar.
Luego analizó las que se escaparon y cayeron en una oblea de silicio, para estimar, así, la capacidad del revestimiento: en comparación con una barrera sin recubrimiento, esta capturó casi todos los aerosoles y apenas dejó escapar ninguno, aseguran los científicos.
A continuación, rociaron con agua salada el plexiglás para simular las grandes gotas que se liberan al toser y estornudar, y comprobaron que el revestimiento también reducía drásticamente su número: en el experimento simulado, el número de gotas que se escaparon de la barrera de plexiglás se redujo en un 80%.
Para que el producto fuera aplicable a más tipos de superficies, el equipo añadió al recubrimiento otro ingrediente cosmético común, llamado APG, y lo probaron en materiales como hormigón, madera, metal, vidrio y textiles. Huang afirma que pueden añadirse más ingredientes para dotar al revestimiento de funciones adicionales.
Aunque los experimentos con humanos deben ser aprobados por organismos reguladores y están fuera del alcance del estudio, el equipo calculó el número de gotas que liberan las personas que hablan en voz alta y de forma continua en un entorno típico de oficina en interiores.
Su cálculo muestra que el umbral del revestimiento -antes de saturarse de gotículas- es de unas 7 a 10 órdenes de magnitud superior a lo que se emitiría en una oficina. Además, según los autores, si es necesario este puede limpiarse fácilmente con agua y volver a aplicarse.
"La pandemia actual puede terminar antes de que se aplique este concepto", admite Huang, pero "lo que queremos es aportar pruebas científicas para una futura capacidad de salud pública, estar mejor equipados".