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Trece regiones y dos provincias autónomas de Italia, es decir, tres cuartas partes del país, estarán el lunes en la llamada "zona amarilla", el segundo nivel de cuatro del sistema de restricciones nacional por la pandemia, por el elevado número de contagios.
El ministro de Sanidad, Roberto Speranza, ha firmado hoy una ordenanza para que pasen el lunes a esta área las regiones de Valle de Aosta y Emilia-Romaña (norte), y Los Abruzo y Toscana (centro).
Se sumarán a las que ya están en este nivel: Friuli-Venezia Giulia, Liguria, Lombardía, Piamonte y Véneto, y las provincias autónomas de Bolzano y Trento (norte), Las Marcas y Lacio (centro) y Sicilia y Calabria (sur).
Se trata del segundo escalón de riesgo, aunque las restricciones varían poco actualmente respecto al primero, el blanco.
El uso obligatorio de cubrebocas en exteriores y la limitación de cuatro comensales en bares, restaurantes y fiestas, que son las principales restricciones de la "zona amarilla", ya habían sido decretadas en las últimas semanas por el Ejecutivo ante la rápida propagación de la variante ómicron.
El Gobierno italiano sigue de cerca la transmisión del virus especialmente en regiones como Lombardía, Liguria, Friuli-Venezia-Giulia o Calabria, que, de no reducir los contagios diarios, podrían pasar en las próximas semanas a "zona naranja", donde existen fuertes restricciones de movilidad y acceso a muchas actividades para los no vacunados.
Italia supera ya los 7 millones de contagiados totales desde el inicio de la pandemia a nivel nacional en febrero del 2020 y se acerca a los 140.000 fallecidos.
El Gobierno italiano aprobó el miércoles la vacunación obligatoria para los mayores de 50 años y los que no lo hagan serán multados con 100 euros, mientras que quienes intenten ir a trabajar sin haber recibido el pinchazo recibirán sanciones de entre 600 a 1.500 euros.
También extendió la obligación de vacunación al personal universitario, con independencia de su edad, equiparándolo así al personal escolar, que ya lo tiene que hacer desde finales del año pasado, al igual que el personal sanitario y de seguridad.
Además, a partir del 10 de enero será necesario enseñar el pasaporte sanitario reforzado para acceder a los medios de transporte públicos, además de a hoteles, ceremonias o festivales; mientras que ahora se pide en el ocio y la restauración.