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Estados Unidos rebasó el lunes las 300.000 por COVID-19 justo en momentos en que el país comienza a distribuir vacunas en una campaña monumental para vencer al brote.
El número de muertes es equiparable a la población de San Luis o Pittsburgh. Es equivalente a repetir una tragedia de la escala del huracán Katrina todos los días durante 5 meses y medio. Es más de cinco veces la cantidad de estadounidenses que murieron en la Guerra de Vietnam. Equivale a un ataque del 11 de Septiembre a diario durante más de 100 días.
“Los números son impactantes — la pandemia respiratoria de mayor impacto que hemos experimentado en más de 102 años, desde la histórica gripe española de 1918”, dijo días antes de llegar a esa cifra el doctor Anthony Fauci, el principal experto en enfermedades infecciosas del gobierno.
Estados Unidos cruzó el umbral el mismo día en que empleados de salud se arremangaron para recibir la vacuna de Pfizer contra el COVID-19, lo que marcó el inicio de la campaña de vacunación más grande en la historia del pais. Si pronto se autoriza una segunda vacuna, como se anticipa, 20 millones de personas podrían estar inmunizadas para finales de mes.
Mientras tanto, se acerca rápidamente un cambio radical en Washington después de una elección que fue, en gran parte, un referendo a la forma en que el gobierno del presidente Donald Trump manejó la pandemia. El presidente electo, Joe Biden, ha dejado en claro que su prioridad será una labor integral y disciplinada para vencer al brote.
La tasa de muertes fue reportada por la Universidad Johns Hopkins basada en datos suministrados por autoridades de salud en Estados Unidos. Se cree que el número real de vidas perdidas es mucho mayor, en parte por muertes que no fueron debidamente registradas como relacionadas con el coronavirus en las primeras etapas de la crisis.
A nivel mundial, se le han adjudicado al virus más de 1,6 millones de muertes.
Los expertos dicen que no será hasta muy entrado 2021 que las vacunas y otras medidas controlen los casos y muertes en Estados Unidos.
Con las personas pasando el tiempo al interior, en donde el virus se propaga con más facilidad, debido al clima frío y muchos estadounidenses apáticos al uso de mascarillas y otras medidas de precaución, algunas autoridades de salud pública pronostican que 100.000 personas más podrían morir antes de que acabe enero.