Las últimas pruebas de COVID-19 realizadas en Florida, uno de los focos candentes de la enfermedad en Estados Unidos, mostraron un récord de 16,1 % casos positivos en un momento en que los esfuerzos están volcados en hacer que la población cumpla con las medidas preventivas para frenar el ascenso de los contagios.
Es la primera vez desde que el 1 de marzo se registró oficialmente el primer caso de coronavirus en el "estado del sol" que se alcanza un nivel así, aunque, según el gobernador Ron DeSantis, el repunte de casos se ha estabilizado y "no hay por qué temer".
En el condado de Miami-Dade el índice está en el 21 %.
En las últimas 24 horas se contabilizaron 7.437 casos nuevos y 63 fallecimientos por la enfermedad, y Miami-Dade, el epicentro de la pandemia en Florida, superó por primera vez los 50.000 casos.
Desde el 1 de marzo, Florida acumula 213.794 casos de coronavirus, de los cuales la gran mayoría se han producido desde comienzos de mayo, cuando comenzó la reapertura económica.
El 4 de mayo, fecha del inicio del plan de reactivación diseñado por DeSantis, la cuenta no llegaba a 37.000 casos.
Las muertes totalizan 3.841, cifra que no incluye a personas de otros estados o países muertas en Florida.
CAMPAÑAS PARA "CONTAGIAR" EL USO DE MASCARILLAS
En Miami-Dade, principal foco de la COVID-19 en el estado, ha habido hasta ahora 51.028 casos, contando los 2.066 surgidos en las últimas 24 horas, y 1.057 muertes, 6 más que ayer, según el Departamento de Salud de Florida.
Las autoridades del condado han reaccionado con campañas para concienciar a la población de la necesidad de usar mascarillas, respetar las distancias de seguridad y extremar la higiene, y también con el cierre de restaurantes, gimnasios y otros locales que habían reabierto en junio después de permanecer cerrados en la mayoría de los casos desde marzo.
El alcalde de Miami-Dade, Carlos Giménez, matizó la medida anunciada ayer y efectiva desde el miércoles para el caso de los restaurantes, que no podrán servir comidas en el interior de los locales, pero sí en el exterior.
Es probable que el condado Broward, vecino a Miami-Dade, siga la línea trazada por Giménez, según dicen medios de Fort Lauderdale.
Broward es el segundo condado más afectado con 22.595 casos y 418 muertes a día de hoy, y Palm Beach, el tercero, con 17.638 casos y 563 decesos acumulados desde el 1 de marzo.
En el centro de Miami, la Autoridad de Desarrollo de la zona, lanzó este martes la campaña "The Masks On" con reparto gratuito de coberturas faciales y una iniciativa en redes sociales para exponer 100 razones para usarlas, además de videos con la aplicación Tik Tok con famosos enmascarados y ayudas a micronegocios.
Aunque DeSantis, republicano y alineado con las políticas del presidente Donald Trump, trata de restar importancia a la multiplicación de los casos, que, según los científicos, no obedece a una segunda ola, pues en Florida nunca llegaron a bajar, hay preocupación, especialmente en el sureste de Florida.
El gobernador subrayó este lunes que Florida está bien dotada de camas hospitalarias, ventiladores y medicamentos pero reconoció que enfrenta una escasez de médicos y personal de enfermería, algo que le comunicó al vicepresidente de EE.UU., Mike Pence, en una reciente reunión, en busca de ayuda federal.
PRIMERO FUERON LOS MAYORES
Florida no es una excepción y como en el conjunto de EU., ahora hay más jóvenes entre los contagiados que personas mayores, que fueron las más afectadas cuando la pandemia llegó en marzo pasado a estas tierras sureñas, y también las que más han muerto de COVID-19 .
Los familiares de una de esas víctimas juveniles del nuevo coronavirus, Halene O'Connell, de 16 años, que se encuentra en coma inducido y conectada a un respirador en un hospital de Pensacola, pidieron este martes a los floridanos que cumplan con las normas para prevenir los contagios dictadas por las autoridades sanitarias.
La familia, que no usaba mascarilla hasta que la joven cayó enferma y ahora está en cuarentena, ha abierto una campaña de recogida de fondos en GoFund para los gastos hospitalarios.
El caso de otra joven, Carsyn Leigh Davis, fallecida a causa del coronavirus en Fort Myers (suroeste de Florida), ha cobrado notoriedad después de que un informe forense diera a conocer que asistió a una ceremonia religiosa con casi un centenar de personas más en la que los asistentes ni llevaban mascarilla ni estaban separados por los 1,80 metros de rigor.
Además, la joven, que padecía cáncer y estaba inmunodepresiva, fue tratada antes de ser llevada a un hospital con un medicamento contra la malaria que el presidente Donald Trump recomendaba tomar para prevenir el contagio de la COVID-19, de acuerdo con ese informe.