La mujer acusada de estrangular a una joven embarazada para arrancarle del vientre a su bebé hace casi cinco años en Chicago (Estados Unidos) fue condenada este martes a pasar cincuenta años en la cárcel tras aceptar su culpabilidad.
Clarisa Figueroa, de 51 años, afrontaba más de una docena de cargos, entre ellos homicidio en primer grado, secuestro agravado, agresión agravada contra un menor y desmembramiento de un cuerpo, por el asesinato de la joven de 19 años Marlen Ochoa López, el 23 de abril de 2019.
Con ayuda de su hija Desiree, en ese entonces de 24 años, Figueroa estranguló a la joven, embarazada de nueve meses, con un cable, para luego abrirle el abdomen de lado a lado y sacar al bebé del útero, según la acusación de la Fiscalía.
Luego Figueroa llamó a emergencias para decir que había dado a luz pero que el niño no respiraba.
Al ser interrogada, la mujer negó que Ochoa López hubiera llegado a su casa y aseguró que el niño era suyo.
Yovanny Jadiel López, el bebé arrancado del vientre de su madre, murió el 14 de junio tras pasar siete semanas ingresado con respirador artificial debido a los daños cerebrales que sufrió en el ataque. El médico forense certificó su muerte como homicidio.
Sentada en una silla de ruedas, Figueroa aceptó hoy su responsabilidad en el asesinato y fue condenada a cincuenta años de cárcel sin derecho a libertad condicional.
La jueza Peggy Chiampas dijo a la sentenciada que esperaba que pensara “todos los días” en la familia de sus víctimas y el daño que les había hecho, según informó el periódico Chicago Tribune.
Madre e hija atrajeron a la víctima a una casa en el suroeste de la ciudad con la promesa de donarle ropas y un carrito de bebé, entre otros artículos, y una vez dentro la atacaron.
El cuerpo de la joven fue arrojado a un contenedor de basura, donde fue encontrado casi tres semanas después.
La hija de Figueroa se declaró culpable en enero pasado y aceptó testificar contra su madre a cambio de una sentencia de 30 años de prisión.
Piotr Bobak, el novio de Figueroa, que según la Fiscalía limpió la escena del crimen, se declaró culpable el año pasado por un cargo de obstrucción de la justicia y fue sentenciado a cuatro años de prisión.