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El intenso frío de este lunes en Nueva York no impidió que centenares de inmigrantes indocumentados hicieran largas colas a la intemperie frente a las oficinas del Departamento de Vehículos de Motor en el esperado día en que finalmente han podido solicitar una licencia de conducir.
Emigrantes de diversos países, algunos con sus hijos, llegaron desde temprano a la sede del organismo en el distrito de Queens, el condado más diverso del país, después de entrar en vigor el sábado la ley "Luz Verde" que les permite conducir en este estado sin importar su estatus tras enfrentar una batalla legal.
La larga cola prácticamente bordeaba el edificio de Vehículos de Motor, donde, vestidos con sus abrigos invernales, gorras, guantes y bufandas, sostenían los documentos requeridos para el proceso y cumplimentaban la solicitud que un empleado de la agencia les entrega, traducido a diversos idiomas.
"Lo tengo también en chino", decía el hombre, mientras varios emigrantes levantaron sus manos para obtener una copia, mientras la cola iba creciendo.
Entre los que hacían cola se encontraban Arturo, ecuatoriano, y Eduardo, mexicano, que desde las 08.00 hora local (13:00 GMT) llegaron al lugar, momento en el que, para su sorpresa, ya había unas 200 personas.
"Tener una licencia de conducir es un avance, es bueno tanto para la economía del estado como para uno, que ya no tiene que infligir la ley" dice Eduardo, que nunca ha conducido un vehículo en este estado por no violar la ley.
"Será una gran oportunidad para tener una mejoría económica", afirma el mexicano que, al igual que Arturo, estaba a la expectativa de saber si finalmente le aceptarían los documentos que llevó para obtener la licencia.
Patricia Rivera, que tiene tres hijos y hace dos décadas vive en Nueva York, es una de miles de inmigrantes que han conducido sin permiso en este estado, pese al riesgo de una posible deportación si hubiese sido detenida.
Aseguró que cuando el estado aprobó el proyecto de ley el pasado junio pensó que "ganamos la vitoria": "Mucha gente ha luchado mucho antes que nosotros por lograr esto y es la oportunidad que todos estaban buscando, no sólo para los hispanos sino para todo indocumentado".
Tener una licencia "implica un cambio drástico en mi vida, personal y familiar y para toda nuestra comunidad", indicó la mexicana, que agrega que se ha arriesgado a conducir sin permiso "por la necesidad de cuando mis hijas han tenido una emergencia médica".
Rivera fue de las primeras que se presentó, con su hija pequeña en brazos, en la sede de la organización comunitaria "Se Hace Camino Nueva York", que formó parte de la coalición "Luz Verde" que luchó por el carné, desde donde un grupo de inmigrantes partió para hacer el trámite.
"¡Sí se puede!", gritaban con fuerza y entusiasmo, además de "no somos uno, no somos cien, somos millones (de indocumentados), cuéntenos bien".
Se estima que en Nueva York hay unos 700.000 indocumentados, de los que alrededor de 226.000 cumplirían con los requisitos para obtener la licencia, una nueva ley que se estima supondrá un ingreso a las arcas del estado de Nueva York de unos 57 millones de dólares al año.
Previo a los atentados terroristas del 11-S, los indocumentados tenían licenciasd de conducir en Nueva York pero el entonces gobernador republicano George Pataki lo eliminó.
Entre los que perdieron su licencia estuvo el ecuatoriano Fausto Jiménez, de 66 años, obrero de construcción que acudió con entusiasmo y sus documentos en mano a solicitar el documento.
"Desde que se cayeron las torres ya no se pudo renovar la licencia. Para mi fue un caos, un sufrimiento porque con la licencia yo trabajo, tengo mi vehículo y hago mis labores caseras, llevo a mis hijos a la escuela. He estado manejando sin licencia", señaló.
Jiménez afirmó que siempre ha existido el miedo al manejar sin permiso por las consecuencias que enfrentan.
"El miedo existe para todos, somos millonesa sin documentos, sin licencia. El miedo existe todos los días y para mí, ahora que hay la oportunidad de sacar la licencia, ya no voy a tener miedo", lo que le permitirá seguir usando su coche par llevar sus materiales de trabajo y a sus compañeros, argumentó.
"Me va a salvar la vida" afirmó el ecuatoriano, quien aseguró que es su "regalo de Navidad, muy bonito, excelente para mi vida cotidiana".