Autoridades de Estados Unidos y México inauguraron este martes la última fase de una remodelación del cruce fronterizo de San Ysidro, el de mayor tránsito del hemisferio occidental, que facilitará el cruce de millones de personas al año entre San Diego (California) y Tijuana (México).
Tras una década de trabajos, contando varias etapas, y una inversión general de 741 millones de dólares, la nueva obra quedó inaugurada con el corte de un listón por representantes de ambos Gobiernos.
El resultado final incluye 33 carriles vehiculares en dirección norte con 64 casetas de inspección, pues algunas de las líneas cuentan con doble cabina.
Sin embargo, tres de estos carriles aún no han sido habilitados porque el Gobierno de México no ha concluido los accesos para automovilistas de ese lado de la frontera, confirmó Ramón Riesgo, director de proyectos de la Administración de Servicios Generales de Estados Unidos (GSA), que tuvo a su cargo las obras.
A la ceremonia asistieron entre otras personalidades el embajador de Estados Unidos en México, Christopher Landau, y cónsul general de México en San Diego, Carlos González.
Landau consideró que la región entre San Diego y Tijuana funciona como una metáfora de las relaciones binacionales que impulsan el concepto de "fronteras que desvanecen".
Esta idea fue retomada por el representante del Distrito 51 del Congreso de California, Juan Vargas, quien en su discurso manifestó: "Sueño con el momento en que podamos remover las barreras que hoy ponemos y poder cruzar, como lo hace la Unión Europea, de un lado a otro".
Sin embargo, el representante de un área que abarca la región fronteriza entre California y México puntualizó que dicho momento aún no es posible, debido al "flujo de drogas y la pobreza que vemos en otros países, pero ese día llegará".
Por su parte, el cónsul de México en San Diego destacó que la remodelación y expansión de la garita permitirán a la región Cali-Baja continuar su crecimiento.
Añadió que la frontera entre Tijuana y San Diego requiere "soluciones regionales para nuestros retos diarios", así como un trabajo de equipo binacional".
Todd Owen, comisionado asistente de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) explicó que cuando el proyecto inició en 2009, la agencia federal procesaba anualmente 13 millones de vehículos y 6 millones de peatones que ingresaban a Estados Unidos, lo que resultaba en un promedio de 30 millones de viajeros.
El funcionario indicó que, diez años después, este flujo se incrementó en un 10 % para vehículos y en un 70 % para peatones, lo cual resulta en 36 millones de viajeros anuales.
Esto se traduce en un tránsito diario de 20.000 vehículos y 70.000 peatones que ingresan a EE.UU.
Según estimados de CBP, una de cada ocho personas que ingresan a Estados Unidos lo hacen por medio de este puerto de entrada terrestre.
La remodelación de la garita incluyó la demolición y construcción de áreas de inspección primaria y secundaria, edificios administrativos y peatonales. El proyecto renovó una superficie de alrededor de 50 acres (20,25 hectáreas).