El Día de Acción de Gracias llegó con una sensación de pérdida, pero también con un sentimiento de solidaridad, en las comunidades mexicano-estadounidenses del norte de México, casi cuatro semanas después de que nueve de sus integrantes fueran asesinados por miembros de un cártel de narcotráfico.
Las familias extendidas se reunieron el jueves para la cena tradicional en la colonia LeBarón, en el estado norteño de Chihuahua, colindante con La Mora, Sonora, en donde tres mujeres y seis niños murieron en la emboscada del 4 de noviembre.
Lenzo Widmar, quien perdió a una prima y una amiga de la infancia en la masacre, dijo que este Día de Acción de Gracias lo hizo reflexionar más sobre cómo lograr la paz.
“Creo que cuando nuestra mesa se desborda, no debemos construir un muro alrededor de ella. Debemos construir una mesa más grande”, dijo Widmar en entrevista telefónica.
Widmar, de 43 años, nació y fue criado en la colonia LeBarón, en donde crían ganado y cultivan nueces. Había unas 15 personas en su casa para la cena del jueves.
La comunidad es parte de la tradición mormona, pero sus residentes no están afiliados a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Llevan décadas en México y muchos nacieron aquí.
La cosecha del nogal acaba de empezar, así que el pay de nuez sin duda es parte del tradicional menú.
“En casi todas las casas ves pan de plátano con nuez o pay de nuez”, dijo Alex LeBarón, quien también perdió a familiares en el ataque.
Nacido en México de madre mexicana, LeBarón dijo que hay algunos toques locales en la cena en casa de su hermana, en donde unas tres docenas de personas se reúnen para comer tacos de “brisket” (un platillo preparado con carne de res) con salsas mexicanas.
“Está terriblemente silencioso. Normalmente escuchas ruido por aquí”, dijo LeBarón de la pequeña comunidad agrícola. “Se siente medio solitario. Pienso mucho en la gente que decidió pasar el Día de Acción de Gracias en Estados Unidos”.
Las familias numerosas son la norma en las comunidades, algunas de las cuales fueron polígamas, aunque la práctica está en declive. Sin embargo, las reuniones parecían ser más pequeñas este año.
“Las casas que suelen estar llenas con 80 o 90 familiares, algunas de ellas sólo tienen 20 o 30”, dijo Widmar. La realidad es que aquí el ambiente está un poco apagado, pero todavía seguimos, todavía nos esforzamos”.
Los campesinos están acostumbrados a los cambios y retos. Hace décadas comenzaron a plantar nogales y, hace unos 10 años la familia de Widmar cambió por completo de los sedientos cultivos como la alfalfa y el maíz, al riego por goteo y nogales.
También hace una década, Widmar resultó herido en el ataque de un cártel en el que murió su cuñado. Tras el ataque de 2009, usó un chaleco blindado, pero poco a poco lo dejó de usar. Lo volvió a sacar cuando los residentes de la comunidad fueron al rescate de los niños que sobrevivieron el ataque del 4 de noviembre.
“Creo que lo que más me asusta es ya no tener miedo”, dijo Widmar. “Creo que nos acostumbramos a esto y eso me asusta más que cualquier otra cosa”.
Agregó que la comunidad debe recuperar la tranquilidad, incluso si nunca lo logran por completo.
“A cualquier nivel que sea, queremos restaurar eso para que podamos vivir aquí en la paz que teníamos cuando éramos niños”, dijo.
A principios de la semana, la comunidad LeBarón quedó atrapada en un acalorado debate en redes sociales después de que el presidente de Estados Unidos Donald Trump dijo que designaría a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas, algo que algunos de los miembros de la comunidad LeBarón le pidieron hacer.
Otros mexicanos reconocidos los defendieron, señalando que el problema no eran los LeBarón, sino los cárteles que los atacaron y la actual política del gobierno mexicano de evitar confrontaciones con los grupos delictivos.
Alex LeBarón dijo que lo quería hacer era “comenzar un debate profundo entre ambos países” sobre cómo evitar el flujo de drogas hacia el norte y el flujo de armas hacia el sur.
“Todos estos temas parecen ser secundarios en las prioridades de los políticos de ambos países”, dijo LeBarón. “Mientras haya mercado (para drogas) en Estados Unidos, será muy difícil enfrentar este tema de una forma seria y efectiva aquí en México”.