Blazers en tejido de punto, pantalones con cordones o elásticos en la cintura y camisetas de cuello alto, abierto.

Por si no lo sabía, ese es el nuevo código de vestir de la postpandemia. Al menos en

Quienes pudieron trabajar desde sus casas durante dos años en sudaderas y pantalones de yoga están reconsiderando su forma de vestir, tratando de encontrar un equilibrio entre la comodidad y la formalidad a medida que reabren las oficinas. Les dicen adiós a los acartonados trajes tradicionales, los pantalones con cierre y las faldas de tubo predominantes antes de la pandemia del COVID-19 y ensayan otras vestimentas, obligando a comerciantes y fabricantes a adaptarse a los nuevos tiempos.

“Lo más importante es sentirte cómoda”, expresó Kay Martin-Pence, de 58 años y quien regresó a su oficina en Indianápolis el mes pasado luciendo jeans y camisas sueltas luego de trabajar desde su casa en leggins y pantuflas durante dos años. “¿Por qué te vas a sentir incómoda cuando no tienes por qué sentirte así?”.

Antes de la pandemia, Martin-Pence lucía pantalones de vestir y blazers en la empresa farmacéutica en la que trabaja. Volvió a usar tacones altos, aunque no tan altos, y asegura que jamás volverá a ponerse pantalones de vestir para ir a la oficina.

La tendencia a vestirse de una manera más informal comenzó antes de la pandemia. Pero los dos años de sudaderas aceleraron la transición hacia un estilo más informal y cómodo.

De todos modos, todavía no hay nada definido y la nueva forma de vestir en el trabajo sigue siendo por ahora un experimento social, según Adam Galinsky, psicólogo de la Columbia Business School que estudia el impacto que tiene la indumentaria de una persona en su forma de pensar.

“Sospecho que todo será más informal en el futuro, aunque tal vez no”, manifestó Galinsky. “La gente se va a preguntar si está luciendo las prendas adecuadas para su sitio de trabajo. Estará pendiente de lo que usan los demás”.

Steve Smith, CEO de la empresa de indumentarias deportivas L.L. Bean, dijo que se está haciendo a un lado “el uniforme típico”.

“Quieren un horario más flexible, un modelo híbrido y poder usar ropas cómodas, como en la casa”, declaró.

“El ‘uniforme’ de la oficina no tiene por qué ser algo permanente”, agregó.

Información recabada por el NPD Group, que investiga las tendencias del mercado, indica que los comercios se adaptan a los nuevos tiempos.

Los sostenes sin armaduras representan hoy más del 50% del mercado de sostenes no deportivos en Estados Unidos, revirtiendo una vieja tendencia, según NPD. El calzado más común en la oficina parecen ser las zapatillas.

Stitch Fix, un servicio de ventas personalizadas, indicó que los hombres están usando cada vez más prendas informales como pantalones para hacer senderismo o de golf. En los tres primeros meses del año esas ventas se triplicaron respecto al año pasado.

Las camisetas abiertas, de cuello alto, o “polo shirts” están reemplazando la camisa tradicional, y hay fuerte demanda de pantalones sin cierres, de acuerdo con la empresa. En el 2019 se vendían la misma cantidad de pantalones con elástico en la cintura que pantalones sin cierre. Ahora esa proporción es de 3 a 1.

Irónicamente, hay gente que se entusiasma de poder volver a vestirse elegante para la oficina.

Emily Kirchner, de 42 años, de Stevensville (Michigan), que trabaja en el área de comunicaciones de una fábrica de electrodomésticos, dice que está comprando ropa nueva para la oficina.

Antes de la pandemia, usaba leggins y camisas sueltas. Ahora prefiere jeans caros, blusas y blazers.

“Me divierte arreglarme un poco”, dijo Kirchner, quien dio a luz durante la pandemia y quiere lucir ropa que no la haga sentir como “una madre desaliñada”.

“Te sientes como cuando volvías a la escuela”, expresó.

“El gran desafío ahora es cómo lucir presentable (en la oficina) sin sacrificar la comodidad”, declaró 

Gihan Amarasiriwardena, cofundador y presidente de Ministry of Supply, una firma que trata de producir ropa de oficina tan cómoda como la deportiva.

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