Que las compañías acudan a mano de obra extranjera no es una novedad en Estados Unidos, pero cuando una de esas empresas pertenece a un magnate como Donald Trump, precandidato a la presidencia del país que constantemente expresa opiniones xenofóbicas, se ve como un acto de hipocresía.
De acuerdo con The New York Times, desde el 2010, a Mar-a-Lago, propiedad de Donald Trump en Palm Beach, que se describe a sí mismo como uno de los más exclusivos clubs privados del mundo, se han presentado más de 300 candidatos residentes locales a solicitar empleo, pero solo 17 han sido contratados.
Sin embargo, los puestos de trabajo han sido ocupados por trabajadores miembros de un programa de empleados huéspedes de países como Rumania y otras naciones.
En su búsqueda de la presidencia de Estados Unidos Donald Trump arenga a las masas con discursos sobre como los inmigrantes han “robado” los trabajos de los estadounidenses, y como él se encargará de devolver los empleos que las compañías han llevado al extranjero.
De acuerdo con el Departamento del Trabajo de Estados Unidos, más de 500 visas de trabajo han sido solicitadas por Mar-a-Lago para extranjeros, mientras que cientos de empleados estadounidenses han sido rechazados.
Entrevistado en un programa de televisión de la cadena MSNBC el controvertido precandidato dijo que la única razón por los que los trabajadores locales habían sido rechazados era porque no estaban calificados para los puestos, y se manifestó en favor de la inmigración legal.
Pero de acuerdo a Tom Veenstra, director de servicios de CareerSource en Palm Beach, existen más que suficientes trabajadores calificados para los puestos del club privado de Trump.
Según el New York Times, otros clubes de la zona utilizan programas de trabajadores extranjeros huéspedes, y la industria hotelera y de servicios prefieren este tipo de personas pues representan una fuerza laboral cautiva, por el visado con el que entran al país.
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