¿El Servicio de Administración Tributaria (SAT) investiga a los contribuyentes? Ésta es una de las dudas más frecuentes de quienes están dados de alta frente a dicha autoridad fiscal. El SAT tiene la responsabilidad de aplicar la legislación fiscal y aduanera con el fin de que las personas físicas y morales contribuyan proporcional y equitativamente al gasto público. Es por estos motivos, que vigila la actividad de los contribuyentes. ¿Cuándo los investiga y por qué razones? Te contamos lo que dice la autoridad con respecto a este tema para que evites graves problemas.
Uno de los temores más frecuentes de las personas que se dan de alta en el SAT es recibir alguna notificación o citatorio en su buzón tributario debido a actividad sospechosa que hayas realizado en los últimos meses.
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El SAT cumple con varias funciones y una de ellas es la de asegurarse que los contribuyentes cumplan con sus obligaciones fiscales. En caso de no hacerlo, toma medidas pertinentes y entre ellas está la vigilancia. Pero, ¿bajo qué razones comienza una investigación?
En su página oficial, el SAT precisa que pone en funcionamiento el “Programa de Vigilancia Profunda” para analizar la situación de ciertos contribuyentes. Dicho programa sirve para “orientar a los contribuyentes para rectificar omisiones, diferencias e inconsistencias detectadas entre los datos manifestados en sus declaraciones y la información contenida en las bases de datos institucionales tanto propia como de terceros (CFDI, DIOT, Declaraciones, Pagos, entre otras fuentes)".
Es decir que por omisiones, diferencias o inconsistencias detectadas el SAT podría investigarte y poner en marcha el “Programa de Vigilancia Profunda” en el que la autoridad fiscal pedirá reunirse contigo. El procedimiento sería el siguiente:
Lo principal es mantener una conducta fiscal transparente y cumplir con tus obligaciones:
Haz tus declaraciones de ingresos de forma clara y concisa.
Registra correctamente tus ingresos y gastos.
Cumple con los plazos de pago y declaración.
Factura tus ingresos.
Evita movimientos financieros sospechosos como depósitos inusualmente grandes o constantes; asegúrate de que todos los movimientos en tus cuentas bancarias puedan justificarse.
Mantén una contabilidad clara y organizada.
Cumple con las obligaciones de terceros si tienes empleados.
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