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Actualmente, Soft robotics es el nuevo campo de la robótica que pretende desarrollar robots autómatas de materiales ligeros inspirándose en diseños biológicos, desde insectos a cefalópodos, los cuáles sirven para realizar ese tipo de tareas naturales que beneficien al planeta.
Uno de los más destacados es conocido como Row-Bot, un autómata de 30 centímetros inspirado en el insecto barquero de agua y otro aún más pequeño capaz de propulsarse a sí mismo con una suerte de cola.
Ambos fueron creados en el laboratorio de robótica de la Universidad de Bristol, comandado por el profesor Jonathan Rossiter, quien durante el más reciente foro de innovación y tecnología Tedx habló acerca del proyecto robótico que ayuda a eliminar la contaminación.
Row-bot es un robot que limpia la contaminación y genera la electricidad necesaria para autoabastecerse tragando agua sucia. Rossiter explica cómo esta máquina nadadora especial que utiliza una célula de combustible microbiana para neutralizar la floración de algas y manchas de petróleo, podría ser un precursor para robots biodegradables que combatan la contaminación de manera autónoma.
Los robots son autosuficientes: beben con su mecánica boca agua rica en nutrientes (algas o animales microscópicos) y su estómago, una celda de combustible microbiana, los transforma en energía eléctrica. El material de desecho se expulsa por su parte trasera y el autómata puede seguir deambulando tranquilamente en busca de otro trago.
"En última instancia, queremos hacer que los robots puedan comer contaminantes y a continuación degradarlos a la nada. Podrías lanzar miles para atacar un brote de floración de algas, por ejemplo, y no dejarían rastro alguno", asegura Jonathan Rossiter, profesor de robótica de la Universidad de Bristol.
Según los investigadores de Bristol, dentro de cinco años, el higiénico Row-Bot, que por el momento es solo un prototipo, podría utilizarse en las operaciones de limpieza ante un vertido de petróleo o la proliferación de algas dañinas. Por el momento, su siguiente objetivo es hacer que estos autómatas acuáticos sean más inteligentes para mejorar sus dotes para la exploración.
Cabe mencionar que el año pasado, investigadores de la Universidad de Harvard presentaron Octobot, un robot blando similar a un pulpo y fabricado con materiales impresos en 3D, es completamente autónomo: no necesita ni batería ni cables para sobrevivir durante unos minutos. Investigadores del prestigioso Instituto Tecnológico de Massachussets ya habían presentado con anterioridad un pez robótico capaz de cambiar de dirección tan velozmente como uno real.
De acuerdo con expertos, estos autómatas inspirados en movimientos animales podrán ser muy útiles en campos como la biomedicina. Al igual que el entrañable Baymax, los robots blandos echarán una mano a los humanos.
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