Cada cierto tiempo se conocen historias de personas latinoamericanas en Estados Unidos que son sorprendidas por notarios sin escrúpulos pues los hacen pagar por servicios para los que no están legalmente facultados.
La confusión se genera porque en muchos países la latinos la función del notario es la misma que la de un abogado y en muchos casos mayor, pero no es así en Estados Unidos.
Los notarios estadounidenses cumplen una sola y sencilla función, presenciar y atestiguar la identidad de la persona que firma un documento y la autenticidad de la firma.
No se trata de abogados, la inmensa mayoría no lo son, pues para ser notario en Texas por ejemplo basta con ser un ciudadano o residente legal, presentar una solicitud al estado, pasar una verificación de antecedentes penales, una declaración jurada, pagar la cuota y ya está.
Por su parte los notarios en México, son abogados, tienen fe pública por el estado, tienen a su cargo recibir, interpretar, redactar y dar forma legal a la voluntad de sus clientes, además de conferir autenticidad a dichos documentos.
Para la mayoría de los trámites a los que normalmente se acude al notario en México, en Estados Unidos se requiere de un abogado con licencia para ejercer en el estado donde se realiza el negocio.
Muchos de los casos de fraude que involucran a notarios se dan en el área de inmigración, en donde las personas acuden buscando ayuda legal para obtener permisos de trabajo y green cards, pagando cantidades de dinero significativas en vano.
Las notarías públicas en Estados Unidos se encuentran hasta en el área de servicio al cliente de los supermercados, en los bancos y en los envíos de paquetería, porque quien ejerce como notario puede ser cualquier empleado que haya sido autorizado por el estado.
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