A medida que la cobertura de internet y servicios digitales creció, fue común que cada vez más empresas concedieran espacios de trabajo remoto a sus empleados.
Es decir, los trabajadores pueden trabajar desde casa (o cualquier otro lugar) y sin horarios, siempre y cuando cumplan con sus tareas y sean eficientes en sus labores.
El ‘homeoffice’ cambió paradigmas para las organizaciones. Por un lado, los empleados se ven beneficiados. Al no estar sometidos a horarios, organizan su tiempo a su manera, realizan actividades distintas y pasan más tiempo con su familia, lo que, en algunos casos, deriva en el aumento de su productividad.
Sin embargo, las empresas están pidiendo que sus empleados regresen a las oficinas. ¿Fracasó el modelo?
Jacob Passy, periodista especializado en finanzas, señala que, en los últimos cuatro años, la proporción de empleados que trabajan a distancia creció de 24% a 31%. Según lo dicho en la Cumbre de liderazgo de Londres, se espera que para 2020 más de la mitad lo sean.
No obstante, no todos los empresarios están conformes con los resultados. IBM ya pidió que sus trabajadores regresen a las oficinas o abandonen la empresa.
Aetna hizo lo mismo, por problemas de colaboración. Passy señala que “los trabajadores remotos necesitan brillar en el correo electrónico y muchos carecen de las habilidades digitales básicas”.
La comunicación deficiente es uno de los principales obstáculos del “home office”. Al no tener contacto cara a cara, el 41% de las personas tienen preocupaciones al respecto.
Al no existir buena comunicación, los empresarios dicen que otros trabajadores no los sienten parte del equipo y tienen la impresión de que trabajan menos.
Según los números de MarketWatch, el 38% de quienes trabajan remotamente tienen dificultad para involucrarse con la cultura del lugar de trabajo. Al 33% le preocupa no hacer amigos y al 31% no establecer relaciones con la administración. Además el 40% ha tenido dificultades técnicas.