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Para muchos estadounidenses un taco consiste en una tostada de maíz en forma de U, rellena con carne molida condimentada, lechuga y queso cheddar.
Este alimento es el taco americano, es una aportación de la cocina Tex-Mex y prácticamente no se parece en nada a ninguna de las diferentes clases de tacos tradicionales que se comen en México.
Este platillo que puede sorprender a los mexicanos que visitan algunos restaurantes de Estados Unidos es producto de la influencia gastronómica de la comida mexicana en la cocina norteamericana, que se distingue por adoptar y reinterpretar platillos provenientes de cualquier parte del mundo.
La carne molida del taco americano tiene su origen en la influencia del picadillo que se prepara en los estados del norte de México, mientras que el queso cheddar, poco comercializado en México, es la segunda variedad de queso consumido en Estados Unidos, después del Mozzarella.
Primero como una interpretación de los burritos preparados en el norte de México, el taco americano se integró a los menús de comida rápida con el crecimiento de Taco Bell, fundada por Glen Bell en 1954 en California e inspirada en los procesos de McDonalds.
El crecimiento de la industria de la comida callejera ha permitido una nueva ola de restaurantes que ofrecen al taco como una opción culinaria en diversas ciudades de Estados Unidos.
De acuerdo con la publicación Atlas Obscura, uno de los primeros elementos de la comida mexicana que logró introducirse en los paladares estadounidenses a finales del siglo 19 es el chile en polvo, creado en 1894 por el inventor texano de origen alemán Willie Gebhardt.
Para la década de 1960, el crecimiento de empresas que ofrecen alternativas a los ingredientes de la cocina mexicana como Old El Paso o Ashley facilitaron la integración del taco a los menús, dado que es un alimento barato, exótico y principalmente fácil de preparar.
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