La elección presidencial en Estados Unidos es elogiada y cuestionada alrededor del mundo porque es indirecta. Esto quiere decir que no es el voto popular quien define al ganador, sino un Colegio Electoral de conformado por 538 electores.
A continuación, te daremos algunas claves para entender este sistema.
El Colegio Electoral es un sistema ideado por los Padres Fundadores para darle a los estados pequeños la oportunidad de desempeñar un papel importante en la elección, según explican Eduardo Cortázar Pérez y Rafael Fernández de Castro.
Bajo este sistema, los ciudadanos no eligen por voto popular al presidente, sino que lo hacen indirectamente al elegir a electores en las urnas, quienes, a su vez, representan a los candidatos en una segunda etapa de votación.
El Colegio Electoral está conformado por 538 electores, también llamados compromisarios porque se comprometen a votar por los candidatos a quienes representaron en la primera etapa de votación popular. Los estados deciden quiénes son los electores. Pueden ser funcionarios estatales, activistas o cuidados relacionados con los partidos.
Son 538, equivalentes al número de diputados de la Cámara de Representantes (435) más el número de Senadores (100) más los 3 delegados de Washington, D.C.
Como el sistema fue ideado para dar peso a los estados pequeños, cada estado recibe un número determinado de electores, según la representación proporcional que tienen en el Congreso.
Por ejemplo. California tiene 55 electores y Vermont sólo 3. Es importante ganar los estados “grandes” como California, Florida, Nueva York, Illinois o Texas porque concentran la mayoría de electores.
“La mayoría de los estados (48) conceden todos sus votos electorales al candidato que gana la mayoría absoluta de los votos populares (50+1) en el estado”, explica The Hispanic Council. Maine y Nebraska tienen una variación de representación proporcional.
Hay estados que durante años han afianzado su inclinación por el partido republicano (Texas) o por el partido demócrata (California). Por eso, muchas veces los candidatos dedican más tiempo de su campaña en estados indecisos o swing states.
En el sistema electoral de Estados Unidos, gana el candidato que sea votado por una mayoría absoluta de electores. Es decir, quien suma 270 votos electorales o más gana la presidencia, aunque esto no siempre coincide con el voto popular.
Sí. No hay una ley que obligue a los electores o compromisarios a votar por el candidato que representan. Un demócrata puede cambiar su voto de último momento por el candidato republicano o viceversa. Sin embargo, son muy pocas las ocasiones en las que ha pasado esto. La mayoría de las veces, el elector respeta el voto popular de la región que representa.
Los ciudadanos de Estados Unidos votan el martes después del primer lunes de noviembre. Este 2020 será el 3 de noviembre.
Cuando cada estado ya reunió y contabilizó los votos, los compromisarios del estado se reúnen en la capital de cada estado para emitir formalmente su voto y éste se envía a Washington D.C. Una vez ahí, es contabilizado por el Congreso.
Gana el candidato que reúna 270 votos electorales.
Como en la elección de 2016, esto es posible. Esto se debe a la manera en que los votos electorales se dividen entre los estados.
Por ejemplo, la demócrata Hillary Clinton perdió la oportunidad de ser la primera presidenta de Estados Unidos aunque sumó 1,752,899 más votos populares que Donald Trump al ganar California.
Trump venció a Clinton por 306 votos electorales frente a 232 debido a que obtuvo la victoria en estados disputados clave como Florida, Arizona, Colorado, Iowa, Nuevo Hampshire, Ohio, Maine, Michigan, Minnesota, Nevada, Carolina del Norte, Wisconsin y Pensilvania.
En el año 200, Al Gore superó al republicano George W. Bush con casi 450,000 votos populares, pero sólo sumó 266 votos electorales. George W. Bush llegó a la Casa Blanca con 271 votos electorales gracias a que ganó Florida, estado que en ese entonces daba 25 votos.
Sí. El número de electores que tiene cada estado se define cada 10 años, por el censo. Los estados más grandes tienen más representación en el Congreso y más peso en el Colegio Electoral.