No hay altar de muertos en México que no lleve consigo su respectivo pan de muertos, un elemento tradicional cuyo origen se remonta a la época prehispánica. Su significado y los elementos que lo representan han ido evolucionando con el paso de los años. A continuación, te contamos cuál es el origen del pan de muertos, qué significa y qué representa en la ofrenda por el Día de Muertos.
La tradición de poner pan de muerto en una ofrenda para los fallecidos tiene su origen en la época prehispánica. En Historia General de las Cosas de Nueva España, Fray Bernardino de Sahagún cuenta que los mexicas colocaban un altar a las mujeres que murieron en labores de parto, también llamadas como Cihuateteuh o Cihuatéutl. Para acompañar las ofrendas, los mexicas elaboraban panes de amaranto con figuras de rayos, mariposas. También se cocinaban tamales de izquitil (maíz tostado).
En tanto, para la ofrenda al dios Huitzilopochtli se preparaba una bebida de miel con amaranto llamada tzoalli. A la par, se colocaban huesos a los pies de la deidad y se ofrecían panes circulares. Sin embargo, el pan de muerto como lo conocemos hoy en día tiene su origen en el huitlatamalli, cuya forma era similar a la de un tamal.
En la época prehispánica también se elaboraron panes de papalotlaxcalli, con forma de mariposa y que al cocerse se le pintaba de colores.
Hoy en día existen al menos seis variedades de pan de muertos:
El tradicional pan de muerto con azúcar y el de yema con ajonjolí tienen características similares y comparten los siguiente significados:
En el altar de muertos se coloca comida y bebida: los platillos favoritos de los difuntos, bebidas alcohólicas para los adultos y refrescos. En otras ofrendas tienen un lugar privilegiado las frutas de temporada, como la mandarina. También se pueden colocar las calaveras de azúcar. Sin embargo, algunos elementos que no pueden faltar son las veladoras, flores de cempasúchil, papel picado y, sobre todo, el pan de muerto.
Pero, ¿qué es lo que representa en una ofrenda? El pan de muerto se coloca en el altar el 1 y 2 de noviembre para conmemorar a los fallecidos. En su sabor de azahar y naranja se halla una representación de los muertos y su entrada en Mictlán. Su sabor también está relacionado con los tonos amarillos y naranjas de las flores de cempasúchil.