Mayra Hernández Ríos quiere aportar algo bueno al mundo con cada pincelada. Sus obras son un mensaje de ecología, valores y pasión por la pintura.
A los cinco años dejó la escuela por motivos de salud. Durante ese periodo de un año, comenzó a pintar.
Después de cientos de trazos, borradores y proyectos… se convirtió en la única latinoamericana en participar en el proceso de pintura y animación de la cinta Loving Vincent.
Una pincelada a la vez
Mayra Hernández creció en una familia de contadores y pediatras, pero su vena artística la llevó por el mundo de la pintura y la animación.
Aunque siempre le decían que sería artista, lo consideró como proyecto profesional hasta el último año de bachillerato. “Estaba en ciencias, pero al aplicar a las universidades, fue mayor mi inquietud por el arte”, narra en entrevista con Vive USA.
La mexicana estudió en Reino Unido. Fue aceptada para cursar un año base en Arte y Diseño. Más tarde, se especializó en animación análoga.
“Fue mi primer encuentro con otro tipo de animación, porque yo nada más conocía Pixar y Disney”, recuerda entre risas.
Regresó a México, tras graduarse. No encontró un trabajo que le gustara y decidió emprender proyectos por cuenta propia.
Contactó a la banda Triciclo Circus Band y les propuso realizar un video musical. Le dieron total libertad creativa: eligió la técnica de óleo sobre vidrio. Ese material le abriría las puertas para formar parte de la cinta británica “Loving Vincent”.
Cartas a Van Gogh
Loving Vincent o Cartas a Van Gogh es la primera película realizada al óleo. Bajo la dirección de Dorota Kobiela y Hugh Welchman, narra la enigmática vida del pintor con las cartas que escribía a su hermano Theo.
La película está compuesta por 65 mil fotogramas animados, pintados a mano por 125 artistas de todo el mundo. Mayra Hernández fue la única mexicana en el proyecto.
“Un amigo me enseñó la convocatoria. Me interesó tanto que casi me ofrezco como voluntaria. Dos meses después, me enviaron un correo para decirme que fuera a Polonia”, dice sobre el proceso de selección.
El trabajo de Mayra consistió en pintar tomas. Los directores grabaron a los actores en una película de 80 minutos, después incluyeron los cuadros de los artistas.
-¿Cuánto tiempo te tomaba hacer cada pintura?
-La primera era la más tardada, nos tomaba una semana. Había que encontrar los colores que necesitábamos. Después, hacíamos como cuatro pinturas al día.
Mantener la energía y paciencia para pintar fue el reto más grande, pero los frutos del trabajo realizado fueron enormes.
Loving Vincent ganó el Premio del Cine Europeo en la categoría de Mejor Película de Animación y fue nominada a los Globos de Oro, donde ganó “Coco”.
Después de participar en el proyecto, Mayra se siente más inspirada. “La vida de Vincent Van Gogh es una enseñanza. ¡Tenía un espíritu tan apasionado por lo que realizaba! A pesar de las críticas, su amor por la naturaleza y por el mundo continuó hasta donde pudo”, dice.
La artista de 28 años pide a sus compatriotas ver la película en el cine, pues en pantalla grande destaca aún más la belleza de cada pincelada. A la vez, se apoya al cine independiente.
Una vida por la familia y por el arte
Cuando Mayra se siente decaída, encuentra soporte en su familia. La audiencia que ha ido formando, la inspira a crear más proyectos.
Pronto se unirá a “Inzomnia” de Luis Téllez y tiene ideas propias de cortometrajes (como animación con murales).
Ser la única mexicana en “Loving Vincent” la llena de orgullo, pero considera que México debe darle más impulso a proyectos artísticos.
“Me rompe el corazón que gasten millones en armamento. Creo que es mejor darlo a proyectos de arte. En México hay mucho potencial. Falta apoyar a los talentos jóvenes” es su mensaje.