Los huracanes sólo se llaman así en América del Norte, en Asia los llaman tifones y ciclones en cualquier parte del mundo. Foto: Pixabay
Vienen en todas las formas y tamaños, puede ser tan pequeños como la tormenta Marco de 2008 o como el Thyphoon Tip de 1979 que abarcó casi la mitad de Estados Unidos. Foto: Pixabay
Lo más peligroso de un huracán es su ojo. Puede generar vientos fuertes hasta convertirse en tornados, inundaciones y daños graves. Foto: Pixabay
El ojo es muy cálido, alcanza los 26 grados centígrados debido a que se forma por el aire que baja desde la atmósfera para llenar el vacío de la baja presión de aire en la superficie. Este aire se seca y se calienta a medida que desciende por el ojo del huracán hasta la superficie. Foto: Pixabay
Los expertos pueden saber mucho sobre la tormenta por medio de los ojos. Un ojo irregular y asimétrico demuestra a una tormenta que lucha por fortalecerse; un ojo suave y redondo es una tormenta estable y fuerte, mientras que uno ojo diminuto es indicativo de una tormenta muy intensa. Foto: Pixabay
Algunos huracanes desarrollan dos ojos, esto es llamado “Ciclo de reemplazo de la pared del ojo”, durante el proceso de reemplazo, la tormenta puede bajar su intensidad o aumentarla. Foto: Pixabay
El viento no es el único peligro. La mitad de las muertes resultan de marejadas ciclónicas o del agua del mar que es empujada a tierra. Foto: Pixabay
California rara vez sufre de ciclones tropicales porque el Pacífico es demasiado frío para soportar una tormenta. Foto: Pixabay
Para revisar las condiciones del huracán, un grupo de científicos de la NOAA y la Fuerza Aérea de Estados Unidos sobrevuela la tormenta o la atraviesan en barco con equipos especiales de sobrevivencia y tecnología para medir los vientos. Foto: Pixabay
Estas personas, llamadas Cazadoras de huracanes, dejan caer sensores para medir las olas, la espuma, así como la temperatura, presión y viento para estimar la intensidad. Foto: Pixabay
Se comenzaron a nombrar los huracanes en la década de 1950 en Estados Unidos para facilitar el seguimiento de pronósticos y los informes de noticias. Después, y con ayuda de la Organización Meteorológica Mundial, esta práctica se convirtió en un esfuerzo mundial. Foto: Pixabay
Cuando una tormenta es destructiva, su nombre desaparee de la lista que se rota cada seis años. Foto: Pixabay