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Temeroso de perder su empleo en Dubái por las complicaciones con la visa, en momentos que su país sufría un colapso económico, el ejecutivo libanés Jad invirtió unos 135,000 dólares en una nueva ciudadanía para él y su esposa.
Un mes después de pagar el año pasado, el empresario de 43 años recibió un pequeño paquete del correo.
Adentro había dos pasaportes azules de la nación caribeña San Cristóbal y Nieves, que le otorga acceso sin visa a más de 150 países, incluyendo Europa.
Foto: AFP
Fue un gran avance con respecto a su pasaporte libanés, calificado como uno de los peores del mundo y casi imposible de renovar porque el país se quedó sin existencias y sin dinero.
"Hace tres años no hubiera imaginado que tendría que comprar pasaporte", comentó Jad, al recordar los extensos trámites de visa que debía enfrentar en cada viaje de negocios.
"Pero ahora con la situación en Líbano, y porque lo puedo pagar, finalmente lo hicimos", comentó el ejecutivo, quien pidió no revelar su nombre completo por privacidad.
Un pasaporte de San Cristóbal ocupa el lugar 25 en el índice Henley de pasaportes con libertad de viaje, mientras el de Líbano es el 103.
Con una población de menos de 55,000, el país caribeño comenzó a vender ciudadanías un año después de su independencia en 1983.
Los esquemas de ciudadanía por inversión se han convertido en un gran negocio internacional que atrae a personas pudientes de países volátiles como Irak, Yemen y Siria.
Algunos países de la Unión Europea (UE) como Bulgaria, Chipre y Malta, también tienen esquemas de "pasaporte dorado", pero la Comisión Europea se ha opuesto porque abren la puerta a la ciudadanía en la UE.
Los países caribeños de la Mancomunidad son atractivos por sus esquemas para otorgar ciudadanía a cambio de un monto fijo.
Los postulantes ni siquiera están obligados a visitar el país.
Cuando Jad fue a París con su nuevo documento, los oficiales de migración le dijeron: "Vienes de un bonito país".
"Pero en realidad nunca he estado allí", admitió.
Los amigos libaneses de Jad en el Golfo también buscan "pasaportes isleños" o invertir en propiedades en Grecia y Portugal para obtener residencia como parte de los planes de "visa dorada", indicó.
"Esto no es solo una moda, es una solución", afirmó.
Libaneses radicados en los países árabes del Golfo llevan mucho tiempo soportando las consecuencias de las disputas políticas y desavenencias entre sus capitales.
El año pasado, varios países del Golfo cortaron relaciones con Beirut durante algunos meses luego de que un ministro libanés criticó la intervención militar encabezada por Arabia Saudita en Yemen.
"Eso me hizo pensar: tengo un problema aquí, no quiero poner en peligro mi trabajo en el Golfo", comentó el empresario Marielli Bou Harb, basado en Dubái.
El hombre de 35 años compró pasaportes de San Cristóbal y Nieves para él y su familia, aprovechando un descuento con el cual el país insular intentó generar recursos luego de que el covid-19 golpeara su economía, dependiente del turismo.
Un pasaporte suele costar alrededor de 150,000 dólares y el dinero se destina a un fondo de crecimiento sustentable del país.
Otras islas caribeñas como Antigua y Barbuda, Dominica, Granada y Santa Lucía también venden pasaportes.
El precio es accesible para pocas personas en Líbano, un país en crisis con su moneda fuertemente devaluada, depósitos congelados en los bancos y la mayoría de su población en condición de pobreza.
Pero la demanda de ciudadanía extranjera generó un auge en la consultoría de pasaportes, con firmas que se anuncian en redes sociales, vallas y hasta en el aeropuerto de Beirut.
Una de ellas es Global Pass, transformada en 2020 desde una empresa de bienes raíces luego de que los libaneses comenzaron a quejarse del alto nivel de rechazo de visas.
"Nuestro negocio creció al menos 40% de 2020 a 2021", dijo su fundador Ziad Karkaji.
Jose Charo, jefe de la oficina en Beirut de Passport Legacy, de Suiza, comentó que los libaneses son un cuarto de los clientes de la empresa.
El número creció cinco veces por la crisis económica, agravada por la devastadora explosión de 2020 en el puerto de Beirut, indicó Charo.
Tener ciudadanía de Granada facilita obtener visa de inversionista en Estados Unidos, explicó, mientas que personas que quieren jubilarse o asentarse en el exterior pueden invertir 250.000 dólares en Grecia o Portugal para obtener residencia permanente.
"La industria crecerá más, lamentablemente para este país pero afortunadamente para nosotros", dijo Charo. "Están comprando su libertad".