A pesar de los esfuerzos por alcanzar la equidad de géneros en el trabajo, un estudio demuestra que la disparidad a la hora de contratar persiste, por eso se sugiere que los currículos sean entregados sin nombre ni sexo.
Así lo sugieren los investigadores del proyecto John- Jennifer en el que dos currículos idénticos, uno a nombre de una mujer llamada Jennifer de 22 años y otro de un hombre llamado John, de la misma edad, con el mismo grado académico en Ciencias por la Universidad de Yale, tres años de experiencia y tres cartas de recomendación, pasaron por las manos de 127 catedráticos de 6 universidades diferentes, y en todos los casos, en la escala de 1 al 10, John siempre superó a Jennifer al menos por un punto.
Ambos aspiraban a llenar una posición de jefes de laboratorio, y en todos los casos, John recibió mejores ofertas de salario que Jennifer.
Así cada vez más personas están convencidas de que los currículos laborales deberían ir sin nombre ni sexo, únicamente la información relativa a las capacidades laborales, la experiencia y los estudios del aspirante al puesto, para evitar la parcialidad hacia el sexo masculino por encima del femenino.