Investigadores de la Universidad de Columbia crearon un ejercicio de simulación sobre la vida después de prisión para entender los problemas sociales y personales que enfrentan los expresidiarios.
El experimento de dos horas fue liderado por Sue Ellen Allen, una mujer condenada por fraude de valores, ahora autora y activista que lidera este tipo de ejercicios.
La prueba se dividió en segmentos de cuatro semanas, donde los participantes —entre ellos exalumnos, empleadores, personas anteriormente encarceladas—, tuvieron que realizar tareas como conseguir empleo, pagar el alquiler y acudir a las asesorías impuestas por libertad condicional dentro de un tiempo real corto.
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Al inicio de la prueba los prisioneros recibieron una identificación de ‘servicios correlaciónales del Estado de Nueva York’, se les asignó un perfil de delincuente ficticio y sus tareas a cumplir.
Se les solicitó pasar a las mesas instaladas en la sala para realizarlas antes de que tocarán la campana, la cual señalaba el final de la semana y cambio de actividades.
A la primera mesa, atendida por exprisioneros reales, se le solicitó tratar mal a los voluntarios y limitar la identificación estatal para conseguir empleo a 20 personas.
Para la segunda semana, las personas que no tuvieron identificación, ni trabajo, se quedaron sin hogar. Los afortunados que obtuvieron la identificación recibieron ‘tarjetas al azar’ las cuales decían que eran ‘perjudiciales’ y, en consecuencia, fueron rechazados como trabajadores.
En la tercera semana la mayoría se quedó sin comida y boletos de autobús, por lo que recurrieron al mercado negro para conseguirlos, las largas filas de espera hicieron que a los exprisioneros se les terminara su ‘toque de queda’.
Ante las circunstancias observadas en la actividad, no hubo una cuarta semana.
Al finalizar la simulación, los voluntarios dijeron sentirse ‘exasperados’, impotentes y con ira contenida al no poder superar las tareas por ser ex prisioneros.
“Las reglas no funcionan. El campo no está nivelado”, dijo un participante al darse cuenta que las personas condenadas o bajo libertad condicional no tenían calidad de vida, eran injustamente tratadas y sin oportunidad de conectarse con la sociedad después de la cárcel.
Si bien estas simulaciones son importantes para entender la reconexión social, nunca reflejará la situación después de prisión, destaca el informe.
De acuerdo con estadísticas de Columbia, cada año, más de 650 mil personas salen de prisión en Estados Unidos, dos tercios de ellos volverán a prisión en un plazo de tres años.
“Con poco apoyo social, pocas opciones de trabajo y una sistema legal ineficiente y, a menudo, deshumanizante, las personas anteriormente encarceladas se enfrentan a una ardua batalla”, dice Damon Phillips, codirector de Centro Tramer para la Empresa Social de Columbia Business School y organizador de la simulación.
Columbia Business School y otras organizaciones están ayudando a los presos con su transición “Enseña destrezas comerciales a individuos encarcelados y ex prisioneros, y también brinda a los empleadores herramientas y guías para contratar personas con antecedentes penales”, dice Phillips.